Por: Alejandro Martín. Socio Director de TDSystem
“Lo más importante de la comunicación es escuchar lo que se dice” Drucker, P.
Es triste encontrarte hablando a la pantalla del ordenador sin saber si a la otra parte hay vida inteligente. ¡Qué digo inteligente!, a veces, ni siquiera si hay vida. ¿Has estado alguna vez esa situación? Tal vez sí. ¿Te ha agradado? Seguro que no.
Bien, si para ti no ha sido satisfactorio, ¿te gustaría que a otra persona le pasara lo mismo? Si la respuesta es positiva, puedes ahorrarte la lectura de lo que viene detrás. Si la respuesta es negativa, te invito a que cuando participes, observes las siguientes pautas:
- Si no dominas el micro como Freddie Mercury, al menos haz un buen uso de él
¿Dispones de un espacio amplio y silencioso para ti? Si no es así, es bastante recomendable silenciar el micrófono. Ya sabes, si estás en tu casa, el ladrido de tu perro o de la lavadora, colándose por el micrófono no añade valor a la reunión. En el supuesto que estés en la oficina, procura que no se oiga la queja lacrimosa o el chiste malo de algún compañero. Como te imaginas, tampoco añade ningún valor
- Si tu fotogenia no está al nivel de B. Pitt o T. Swift, no dudes en darle una oportunidad
Pueden surgir imprevistos, tanto en casa como en la oficina, en ese caso es recomendable desconectar la cámara. El resto del tiempo, salvo prescripción técnica, no dudes en mantenerla abierta. ¿Por qué te lo digo? Simplemente quiero que te imagines hablando a una pantalla, no viendo nada y sospechado que el resto de participantes están durmiendo a rellenando un crucigrama. Como se suele decir, ¡un poco de consideración!
- Aunque no seas un orador como Obama, intenta escuchar cuando hablas
Probablemente tengas una dicción envidiable y seas un campeón respetando los turnos de palabra. No lo dudo. No obstante, si ese no es tu caso, al menos al cien por cien, no dudes en escuchar al que habla, pedir permiso para intervenir y, cuando intervengas, di algo relevante. Dicen que con la cámara abierta es más fácil transmitir a la otra persona que estás escuchando y, también, saber cuándo tienes que intervenir. Pero bueno, es un decir. Tú mismo.
- Aunque no seas jugador de ajedrez, concéntrate en lo que estás haciendo
¿Te has preguntado qué valor añades a una reunión de la que te ausentas físicamente o psicológicamente? Probablemente no todo el que debieras. Sé que eres una persona muy ocupada y que tu capacidad de multitasking es total. No obstante, córtate un poco con estar comprobando tu email repetidamente y leer en tu móvil permanentemente. Seguro que el mundo puede seguir girando sin que tú estés pendiente de ello durante la videoreunión.
- Entre Jim Carrey y Keanu Reeves está la justa medida de tu expresividad
Con la cámara abierta, la mayor parte de lo que proyectamos, fondo aparte, es nuestra cara. Bien, podemos intentar ser Jim Carrey y ahorrar ver su última película a nuestros compañeros de reunión. También podemos imitar esa gestualidad circunspecta o inexpresiva de Keanu Reeves. Si somos tan atractivos como él, a lo menor nos lo perdonan. De lo contrario, resultaremos bastante sosetes.
- Recuerda que la silla no es un sofá. Siéntate bien y te sentirás mejor
Tu silla no es tú sofá, ni estás viendo un programa en la TV como un haragán. La silla puede ser tu aliada o tu enemiga. Tú eliges. Si eres partidario del “despatarre” tal vez transmitas una imagen de seguridad y tranquilidad. No lo dudo. Pero lo que sí puedo garantizarte es que los demás percibirán en ti una buena dosis de pasotismo o tal vez de chulería injustificada. Nada bueno, como puedes ver. Dicen, y seguro que tu madre, cuando eras pequeño, se hartó de decirte que “hay que sentarse bien en la silla”. Así de sencillo.
- Aunque tu sonrisa no sea como la de Julia Roberts o Tom Cruise, dale una oportunidad
No estés enfadado con el mundo. Tampoco lo estés con tus compañeros, al menos no con todos. Prodiga algunas sonrisas. Mostrar afabilidad siempre ayuda a que la reunión fluya con cierto dinamismo y elegancia. ¡Ah! No olvides que una cosa es sonreír y otra reír; ambas cosas están permitidas y recomendadas, siempre y cuando se hagan con mesura. Ya sabes, el papel de “risitas o cachondo del grupo” no es el adecuado en ese momento. No dudes en utilizarlo en una reunión social. Esta, es de trabajo.
- No eres un prestidigitador, pero tampoco te han pegado las manos a la mesa.
Sé que algunas personas hablan más con las manos que con la boca. No pasa nada, siempre y cuando lo haga bien y sea de algo pertinente y relevante. También sé que algunos hablan demasiado y mal con ellas. Otros, en cambio, no mueven las manos cuando hablan. Con las manos podemos transmitir ocultación o inhibición si las ponemos debajo de la mesa; crispación si entrelazamos fuertemente los dedos; cierre si nos cruzamos de brazos; nerviosismo si jugamos con un lápiz; y cierta creatividad en el aseo personal cuando nos metemos el dedo en la nariz u oreja.
Hazlo fácil: manos encima de la mesa, separadas y usadas para manifestar acción o concreción. No te líes demasiado con ellas. ¡Ah! Por cierto, evita hacer el signo de las comillas de manera gestual. Transmite mucha duda o relatividad a lo que dices.
- No te toques la cara (demasiado), hacerlo se asocia con inseguridad o coquetería
Como bien sabes, tú cara es la mayor parte de tu cuerpo que se ve por la pantalla. No dudes en situarte un poco alejado de la cámara para que pueda verse un poquito más de tu cuerpo. Dale una oportunidad a tu camisa o blusa. Dicho ello, tocarte la cara en demasía transmite casi de todo, pero poco de lo que tú quieres transmitir. Nerviosismo e incertidumbre son los principales candidatos. Mentir y coquetería van a la zaga. Como ves, nada bueno.
- No eres el convidado de piedra en esta obra. Participa en la videoreunión
Algunos encajan a la perfección en el papel del convidado de piedra: cámara cerrada, micro en mute y cero intervenciones o bien irrelevantes. Vamos, entre el autismo y la estatua. Y, como puedes imaginar, en una reunión se está para añadir valor, para interactuar, para hacer propuestas u observaciones. De lo contrario, habremos perdido nuestro tiempo y se lo habremos hecho perder a los demás.
¡Ah! Si participas, y no dudes en hacerlo, hazlo cuando te corresponda, habla de algo relevante y di algo que añada valor.