Por: Alejandro Martín. Socio Director de TDSystem
«Vivir los deseos, agotarlos en la vida, es el destino de toda existencia». Henry Miller.
Sé que el nuevo año lleva varios días andados, pero laboralmente acabamos de empezarlo. Por así decirlo, es la primera semana en la que ya estamos todos en la oficina.
-Buenos días. Feliz año a todos. ¡Qué lástima que ya se hayan acabado las fiestas! -dice el compañero tradicional.
– Feliz año -respondo sin decir que no siento que las fiestas se hayan acabado, me tacharían de agorero. Pero es lo que me pide el cuerpo. Los excesos de comida hedonista, de familia edulcorada, de mensajes pegajosos y de celebraciones tontainas no ayudan mucho para un normal funcionamiento.
-Paz, amor y mucho tiempo solidario -responde la compañera neohippy.
-Es una lástima que se acaben tan pronto -responde el tradicional mientras intenta recuperar su eficiencia prefestiva.
-Bueno, ahora nos toca trabajar duro hasta las siguientes fiestas -respondo casi mecánicamente sin ningún ánimo de ser cruel, ni augurar un largo periodo de sequía festiva.
Entre tanta paz, amor y entrañabilidad me siento un poco raro al desear volver a una normalidad que no te obligue a comer sin hambre, beber sin sed y ponerte sentimental sin necesidad. Pero creo que, además de poco cortés, habría tenido un punto de crueldad ante la melancolía postfestiva de alguno de mis compañeros. No obstante, digo:
-¿Tan bien os lo habéis pasado estas fiesta?
-Sí, bueno, ya se sabe en estas fiestas: la familia y las celebraciones al final se hacen un poco pesadas -responden algunos de los presentes.
Yo esperaba un sí rotundo, pero éste no se produjo. Hubo esos síes blanditos, casi disculpatorios. No creo que sea por la falta de capacidad festiva de mis compañeros, sino más bien la consecuencia del delicado equilibrio entre pasárselo bien y padecer elevadas dosis familiares, entre el placer de la comida y el incremento de peso, entre el deleite de la bebida y la banalidad del discurso.
– ¿Os imagináis que hubiesen sido unas fiestas fabulosas, totales? Pues no -añado de forma concluyente-. Prometen colmar nuestros deseos, pero siempre nos dejan con alguna insatisfacción y con algún que otro malentendido familiar.
Por esto, os animoa que en este nuevo año comencéis desde ya a vivir vuestros deseos, a transformarlos en objetivos, a elaborar planes de acción para lograrlos y a agotar todas vuestras posibilidades de disfrute sin esperar a las próximas fiestas.
Esa es nuestra gran oportunidad. El resto está marcado en el calendario y no depende de nosotros.
Feliz año nuevo 2017.
Gracias por tu comentario. Prometo enlazar mejor para la próxima vez la historia con la conclusión.
Saludos,
Las dos frases finales son excelentes y las comparto plenamente. El razonamiento y la historia para llegar a ellas, los veo pillados por los pelos…