Por: Alejandro Martín – Socio-Director de TDSystem
Para cada cosa sólo hay una palabra para expresarla, un verbo para animarla y un adjetivo para calificarla. Maupassant, Guy
¡Que se vayan a la m…..!, pues resulta que hace poco más de un mes nos dijeron que se había ampliado nuestra autonomía, que se acabaron los papeles innecesarios.
Ya sabes, eso de “estructura plana” y “cero papeles”.
– ¡Es que casi no me lo puedo creer! Cada vez que me vienen con alguna de ese tipo ya puedo ir aplicando algunas claves antes de ponerme a ello.
– Que, ¿qué claves? Mira, la primera, no te fíes de la literalidad de lo que te digan o leas. Nada es tan fácil como te dicen.
– Que, ¿qué quiero decir? Te digo, este tipo de mandatos es como un texto, mal escrito, pero como un texto con el que has de tener ciertas precauciones. Al principio cuesta entenderlo. Tiene un vocabulario ampuloso y sofisticado. Ya sabes, producto de algún tipo de workshop generoso en expectativas y de esos libros plagados de términos fashion y con trazas de oxímorones por doquier.
– ¡Ah! ¿Qué esa situación te despista? No, no debes preocuparte, pasado un tiempo lo superas y hasta en algunos momentos es divertido.
– ¿Qué te cuente cómo es eso? Te cuento: cuanto más se alude y presume de algo es más alta la probabilidad de que tenga poca importancia o importe realmente a alguien. Los jefes están a lo que están y te puedo asegurar que esa no es su prioridad real.
– ¿Qué si tengo algunos ejemplos? Bueno, bastantes. Ahí va uno: si se presume de la importancia de la «autonomía que han de tener los colaboradores», seguro que se exige “informe-petición de permiso” por cualquier nadería. Lo mismo te podría decir respecto a los formularios a rellenar. Para cualquier nimiedad se exige uno.
– ¡Por cierto! ¿A cuántas personas tienes que pedir tú permiso antes de actuar? ¿A pocas? Si es así, eres un privilegiado. Pero, veamos, ¿a cuántas has de informar de que vas a realizar o has realizado algo? Creo que aquí el número de personas puede llegar a ser más amplio.
– Si, ya, ya sé, que trabajamos de manera colaborativa. Pero ¿cuántas de las personas a las que has pedido permiso para hacer algo o informado de ello te han ayudado? ¿Muchas? Si es así, estás dentro de los afortunados.
– ¡Ah! Se me olvidaba ¿Has tenido la sensación de montar una reunión o participar en ella para abordar un proyecto que afecta a “varios departamentos”, pero finalmente te has visto tú solo ante el trabajo?
– De acuerdo, de acuerdo. Sé que estoy siendo un poco exagerado; pero, a riesgo de que me llames quisquilloso ¿has pensado alguna vez que si al final vas a realizar tú todo el trabajo, para qué era la reunión y qué sentido tenía que estuviera toda esa gente en ella?
– Lo sé, lo sé. Esta vez he ido demasiado lejos. Que especulo por especular y que eso sólo pasa en otras organizaciones. Que, en realidad, debería sentirme orgulloso: todo empieza y acaba en mí mismo, plena autonomía y amplia responsabilidad. Los demás (me dicen que) me proporcionan sinergia.