Por: Alejandro Martin – Socio Director de TDSystem
No es el tiempo el que nos falta. Somos nosotros quienes le faltamos a él. Paul Claudel (1868-1955) escritor y diplomático francés.
Se acaba el año y, además de prepararnos para recibir al siguiente, siempre hay un momento para hacer una pequeña reflexión sobre cómo hemos aprovechado el tiempo del año que acaba.
Si los resultados del año de trabajo no nos son satisfactorios, ¿Cuáles son las razones por las que no hemos obtenido el rendimiento deseado?. Probablemente éstas estén en nosotros. Sí, en nosotros. Solos o ayudados por terceros. Pero en nosotros al fin y al cabo. ¿Duro?, Si, pero real.
¿Os apetece hacer una pequeña introspección para conocer la ocupación de vuestro tiempo? ¿Sí?.
Para los que penséis que sí y para aquellos otros que lo consideréis un divertimento, os invito a que os hagáis cuatro preguntas y, evidentemente, que también intentéis encontrar sus respectivas respuestas.
Antes, creo que sería oportuno fijar algunos aspectos sobre las que podamos realizar esta introspección. Elijamos como variable principal los objetivos que deseábamos conseguir en este año que está a punto de terminar y como variable subsidiaria, la calidad de la actividad que hemos venido desarrollando para conseguirlo.
¿Continuamos?. Bien, allá va:
¿Os suena esta frase: “si no sabes donde vas, tanto da lo que corras”?. Si os habéis sentido identificados alguna vez con ella, convendréis conmigo que es en esas situaciones –espero que contadas- en las que corremos alocadamente, con el consiguiente consumo de tiempo y recursos, en dirección a ninguna parte. Es decir, hemos sido “chapuceramente inconsistente” en nuestros propósitos.
¿Podemos empeorar? Difícil, pero posible. ¿Conoces la frasecita típica de los perfeccionistas de “a mí me gusta hacer las cosas bien”?. ¡Toma, y a mí!. Pero ¿Qué hay detrás de la frase de marras?. En principio, y descartando aquellas situaciones en las que es exigible ese grado de perfección, acostumbra a referirse a aquellas situaciones en lasque nos dedicamos con denuedo a hacer bien aquello que no hay que hacer. O sea, somos “perfeccionistas innecesarios”
¿Eres de los que no te vas a casa hasta que las cosas no funcionan bien?. ¿Sí?. ¿Alguna vez has constatado que “no has tenido tiempo para hacer algo bien a la primera, pero sí para repetirlo” hasta que definitivamente sale bien?. Ya sabéis: el día a día, las prisas, la falta de planificación, etc. Aquí el consumo de tiempo y recursos se amplia. O sea, que hemos sido “chapuceramente ineficientes” en el logro de nuestros objetivos.
¿Podemos mejorar? ¡Por supuesto que sí!
¿Podemos ser enormemente brillantes? Sí. ¿Cómo?. Veamos:
¿Tienes claros los objetivos que has de lograr? ¿Has organizado los recursos necesarios para ello? ¿Has planificado tu actividad para conseguirlos?. Si las respuestas son positivas, tienes mucho ganado. ¡Ojo! Pero no todo. Sabemos que vamos en la dirección adecuada y con la calidad de trabajo que requieren nuestros objetivos. ¿Suficiente?
No es suficiente. ¿Os suena la frase aquella de “se levanta a las 7 de la mañana, pero no se despierta hasta las 10”. Probablemente debamos hacernos otra serie de preguntas acerca de nuestro ritmo vital. Pero, eso es otro tema que bien podemos abordar en otro momento.
¿Os van apareciendo las respuestas a vuestras preguntas?