Por: Alejandro Martín. Socio Director de TDSystem
Ni el pasado existe ni el futuro. Todo es presente. Torrente Ballester
Según la tradición, “la Montblanesa” estaba a punto de quebrar. La Bestia de la crisis se había instalado en su entorno reduciendo la actividad de algunos clientes y eliminando otros. Solo se oían lamentos del tipo “tal como está la cosa” y “virgencita, virgencita”.
La Bestia cada vez acosaba con más fuerza y su fétido aliento se notaba en la reducción de pedidos y en las dificultades para conseguir crédito. A la vista de esta situación en la Montblanesa buscaron una solución. No era la más popular, pero la tomaron.
La Bestia pedía víctimas. Empezaron a sacrificar a los más jóvenes, los que costaban menos, pero la Bestia seguía hambrienta; así que sacrificaron a los veteranos que peor se adaptaban a los nuevos tiempos; pero aun así, pedía más y más víctimas y, esta vez, despidieron a los empleados que por su carácter no encajaba bien en la organización.
La Bestia era pertinaz y continuaba pidiendo víctimas, ya no había ni jóvenes, ni muy veteranos, ni empleados molestos. Ahora no quedaba más remedio que empezar con los directivos. El Jefe, persona alejada de la sensibilidad y de las ñoñerías, propuso la solución de poner al resto del personal en un excel, incluyendo también a su favorito el director financiero. Cada mes que no se llegara a los objetivos se debería ofrecer un directivo a la Bestia. El primer mes tocó ser sacrificado a uno de los directores de área que fue inmediatamente entregado a la Bestia. El Jefe lloró un poquito por él mientras la Bestia se alejaba a disfrutar de su víctima.
Un mes más tarde le tocó al director financiero. El Jefe pidió un voluntario para que ocuparan su lugar, pero no tuvo éxito, ya que entre los que quedaban aquel no tenía buen predicamento. Dicen que lloró desconsoladamente pero sea como fuere acabó entrando en las listas del ERE que él mismo había impulsado. Cuentan que el Jefe lo entregó a la Bestia con valentía y entereza aunque no sin pesar.
Cuando el ERE avanzaba para su aprobación, surgió de la bruma un hermoso caballero armado con buenas ideas y suficiente entereza para aplicarlas en remontar a la Montblanesa. Así, el caballero se enfrentó a la Bestia impulsando nuevos proyectos, implicando a los empleados y buscando nuevos clientes. Ésta comenzó a retroceder lamiéndose las heridas propiciadas por el ajuste de los balances, la optimización de los procesos y la motivación de los empleados. Con la Bestia en claro retroceso, y a la vista de todos, el caballero declaró que el ERE no seguía adelante y que la Montblanesa comenzaba a remontar.
Dicen que la Bestia se desvaneció en el olvido dejando un charco de temores y despidos del que creció un rosal; de sus ramas brotaron las rosas del optimismo y desde ese día todos en la Montblanesa se regalan rosas para recordar que la ilusión y el coraje espantan los miedos.