Por: Alejandro Martín. Socio Director de TDSystem
Cuando era más joven podía recordar todo, hubiera sucedido o no. Mark Twain
—Te llamo desde el aeropuerto —dije a mi mujer. Tenía que hablar alto, porque el ruido de la sala me hacía creer que si no voceaba, no me oiría—. Te llamo ahora, ya que sería muy tarde si espero a que lleguemos. ¿Qué tal estás?
—Yo bien ¿Y tú? —Me responde a la vez que pregunta—. ¿Con quién te ha tocado viajar esta vez?
—Voy con el nuevo, es un buen chico. Está en fase de aprendizaje, pero creo que tiene un gran futuro –añado disimulando cierta envidia.
El nuevo es un icono de esta nueva religión: ser joven. Te comparas y lo tuyo es rigidez y caspa frente a esa frescura con sonrisa profidén y esa salud a prueba de largos viajes que no extraña el colchón de la cama del hotel que le toca en suerte.
— ¿Nos vamos acercando al control? —me pregunta el nuevo con señas mientras empieza a recoger sus pertenencias.
—Sí, ya voy –respondo y añado- cosas de familia. Se piensan que si no llamas es que te ha pasado algo.
El nuevo avanza hacia el control, se ve una silueta sin michelines que no encoje su barriga cuando se abotona la americana. Es un Armani andante sin necesidad de dejarse desabrochado el botón del cuello de su camisa porque no tiene papada que así se lo exija. Es ligereza y liviandad moderna y líquida.
— ¿Qué número de asiento tenemos? —Me pregunta— Creo que nos toca hacia el final.
Sonríe más que la media, sin que se le note sobreactuación. Lo suyo son observaciones entre sabidas y modernillas. No desentonan a la vez que le confieren un toque ingenuo.
— ¿Cómo tenemos la agenda para mañana a primera hora? —Me pregunta-. ¿Deberemos viajar de nuevo por la tarde?
Cree que ser «proactivo» significa estar siempre viajando y «benchmarking» algo que va mucho más allá de copiar a otros. Los lugares no los distingue por su autenticidad, sino por los Apple Store del lugar.
— ¿Crees tú que nos marcaremos un tanto ante la Dirección con este viaje? –pregunta y añade-, esto puede suponer un gran logro para la empresa.
Está convencido de que sus méritos se verán reconocidos por sus mayores y espera, sobre todo y aunque él no lo reconozca, que lo quieran.
Igual que su imagen, entre estética y funcional, es polivalente también en su actitud. Es capaz de mantener esa flexibilidad que le permite callar y protestar, aprender y enseñar, adaptarse y destacar a la vez. Es envidiable y entrañable. Es líquido en un mar de tiburones.
Es un personaje metido en un eterno casting del que, de momento, sale airoso. Es un producto en permanente ascensión en un cielo tramposo que gasta a todo aquel que lo surca, que merma la soltura resuelta de lo nuevo según va dejando de serlo y que incrementa esa cintura que se resiste a caber dentro de los pantalones. Pero todavía le queda un tiempo para dejar de ser él para pasar a ser como tú.