Por: Alejandro Martín. Socio Director de TDSystem
Está bien emparejada la que no tiene suegra ni cuñada. Anónimo
Es bastante tarde y en estas fechas nos retrasarnos en la salida porque tenemos que cerrarlo todo. Nos vamos unos días de descanso y adelantamos el fin de año.
– ¡Qué pases unas buenas fiestas, María!
-Sí, eso intentaré, aunque he de pasar unos días con la familia de mi pareja.
-No hay que intentarlo, hay que conseguirlo.
-Tu no conoces a mi suegra. Con ella se intenta, conseguirlo ya es de un nivel avanzado.
– ¿No te llevas bien con ella?
– Sí, sí. Aunque tiene sus cosillas. – ¿Cosillas?
– Vamos, que es multitasking, pero de personalidad variada.
– ¿Tan compleja es?
Querría contarle que lo de mi suegra supera la complejidad y que ahora ya está en el nivel de la complicación, pero añado:
-Es buena gente, pero un poco particular.
– ¿Particular?
Me gustaría decirle que para mi suegra, su hijo es un modelo a seguir y yo algo añadido a él, que me soporta por eso, porque soy un añadido. Pero no, no voy a decírselo. Tampoco mencionaré la costumbre que tiene de decir, en medio de la comida y mirándome, aquello de “he visto a Marta –novia de juventud de mi pareja- “, para añadir seguidamente “está estupenda: joven, dinámica y resolutiva”. No obstante, respondo:
-Sí, particular porque, según ella, tiene muchas ganas de saber sobre mí: qué hago, qué no hago y los múltiples porqués.
-Vamos, un poco suegra detective, supongo -añade mi compañera.
-Detective, detective, creo que se queda corto. Yo más bien la veo como la perfecta interrogadora del KGB. No para de preguntar mientras te mira fijamente.
-Pero, me imagino que lo hará sin mala intención. Simplemente querrá saber de ti.
-De mí, de mis hijos, de cómo les cuido, de cómo les educo.
-Natural, son sus nietos -afirma mi compañera.
Me dan ganas de decirle que no se queda ahí. ¡Qué va! Te suelta cómo lo hacía ella con sus hijos. Pero claro, ¡eran otros tiempos!, afirma mientras le arregla el cuello de la camisa a tu pareja y te mira como responsable del vestir abandonado de su hijo. Eso lo puedo soportar, pero para lo que no estoy tan preparada es cuando me esfuerzo en que mi hijo, su nieto, coma lo que le he puesto en el plato, y ella, en un gesto narcisista de supermadre, va y dice: “ven cariño que la abuelita te ha preparado esa comidita que a ti tanto te gusta”. Así de simple y triunfadora.
¡Felices fiestas! y cuidado con el exceso de turrones y mamás políticas