¿Vale lo mismo el tiempo de tu jefe que el tuyo?

Por: Alejandro Martín. Socio Director de TDSystem

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“Hay personas que confunden estar con ser y acaban malestando y no siendo”. Proverbio

Estoy profundamente confundido. Vuelvo a casa en mi coche y tra­to de dar cierto orden a la conversación que he tenido esta mañana con mi jefe. Él es de esas personas racionales, casi matemáticas, de los del tiempo es oro, y al pan, pan y al vino, vino.

Mi cerebro es un hervidero de contradicciones y, cuando esto me sucede, me da por acelerar. Es como si quisiera alejarme de esa confusión.

-No corras tanto -me dice mi compañero, que hoy me acompaña-. Ya sabes que siempre están en ese cruce los agentes que velan por nuestra seguridad a golpe de pedagogía económica.

-Ya, ya. Pero es que no lo veo claro.

-¿Y eso? -me pregunta.

– Te explico. Estando esta mañana con el jefe revisando un informe, me suelta, indignadísimo: “¡Será posible!, tú crees que Juan, el chico que vigila el parking, me ha ofrecido lavar y aspirar mi coche por diez euros”. ¡Qué barbaridad! ¿Qué te parece tamaña pretensión?

– Y tú, ¿Qué le has respondido?

– Que yo mismolavaba mi coche y no estaba muy al tanto de los precios.

Le sigo contando el despotrique del jefe acerca de las exageradas aspiraciones de Juan al pedirle diez euros por la media hora de trabajo. Como máximo -dice- estaría dispuesto a pagarle cinco euros, pero ni uno más. Le ha faltado añadir aquello de “el servicio últimamente esta imposible”.

– ¿Y qué ha hecho al final con su coche?

– Se ha ido él a lavarlo después de comer. Ha vuelto una hora más tarde. Al entrar en el despacho -le sigo contando-, ha dicho que no estaba dispuesto a permitir tal abuso por “un chico del parking”.

– ¿Y qué es lo que te confunde de esta situación?

– Entiendo que diez euros le parezcan una cantidad considerable, pero ¿cómo le habría sentado a él si el chico del parking le hubiese hecho una contraoferta ofreciéndole la misma cantidad para que le lavara a él su coche?

-Hombre, no compares -me responde-. El tiempo del jefe vale mucho más que el de Juan.

– Sí, no lo discuto, pero será el tiempo dedicado a su rol de jefe, no el de la hora que ha dedicado a lavar el coche haciendo de “chico de parking”.

-No me líes. Haga lo que haga, el tiempo del jefe, es el tiempo del jefe y el del chico del parking, el del chico del parking. ¡Hasta ahí podríamos llegar!

Llegamos a destino y mi compañero se ha enrocado en su posición. No tiene claro aquello de “la personalidad es a la persona, así como el rol lo es al personaje”. Confundirlo perjudica a la persona y desluce al personaje.

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