Por: Alejandro Martín. Socio Director de TDSystem
Algunos aparentan ser jefes, otros simplemente creen que de verdad lo son. Adams, S. (Dilbert)
Todo empezó el día en el que me llamaron de Dirección y me preguntaron qué prefería: seguir en mi puesto de jefecillo o ser coordinador interdepartamental. Podían concederme cualquiera de los dos, pero, me advirtieron, sólo una de los dos. No había prisa, podía dar la respuesta la siguiente semana.
-Pero, y ¿el jefe que hay frente a cada uno de los departamentos? ¿Qué hará? -me atreví a preguntar.
-No, no. El jefe departamental seguirá siendo jefe con todas sus consecuencias. Tú tienes que lograr que los tres departamentos incrementen su eficiencia y mejoren sus resultados.
-¡Ah!, Bien. Y entonces, ¿de quién dependen estos jefes? ¿de mí o de la Dirección?
-Obviamente de la Dirección. De tu buen hacer y mano izquierda esperamos que trabajen al unísono. Tu responsabilidad es que los tres incrementen sus resultados y, además, esperamos una mejora global producto de la sinergia que has de lograr que haya entre ellos.
Debo reconocer que la propuesta me halagó. Habría respondido que sí inmediatamente, pero saltó en mi mente una especie de aviso que me recomendó pensarlo. Yo no soy de los de presumir, o al menos eso creo, pero de vuelta al despacho no puede evitar decir a mi compañero:
-Me ha propuesto ser coordinador interdepartamental.
-Felicidades. Creo que te lo mereces. ¿Cuándo empiezas? -me preguntó.
-Bueno, todavía no he aceptado. Tengo que pensármelo. He quedado en responder la próxima semana.
-¿Y por qué tanta espera? ¿Cuáles son tus dudas? ¿No está bien pagado el puesto?
No tengo claro el origen de mis dudas. Probablemente me ha sorprendido el nombre del puesto. Coordinador, suena bien. Tiene su punto modernillo y se aleja de esas formas de poder añejas que rodean al jefecillo. Mis dudas no vienen del nombre, aunque creo que su elección tiene mucho que ver con la ambigüedad de sus límites y funciones.
-No hemos hablado de dinero, pero no vienen de ahí mis dudas -acerté a decir-. Creo que tienen más que ver con mi dificultad para sacar lustre a términos como sinergia, compromiso, flexibilidad y mano izquierda que, según el Director General, encierran conceptos con mucho potencial. De mi buen hacer, dice, dependerá sacarles partido.
-Es una gran oportunidad para ti y, además, imagínate puesto en tu tarjeta de presentación “Coordinador interdepartamental” -dice mi compañero.
-Ya, ya. Lo sé. No obstante, me tomaré estos días para pensarlo -acierto a responder.
Quiero creer que me dan la oportunidad de pasar de jefecillo de ribetes añejos a predirectivo vaporoso de verbo florido, argumentación líquida, pose postmoderna y nula capacidad de decisión. Como jefecillo puedo hacer mis manejos, como coordinador siento que me manejarán. No lo sé, estoy en un lío. Tú, ¿qué harías?