Por: Alejandro Martín. Socio Director de TDSystem
“El exceso de empatía puede dar lugar a apropiaciones indebidas”
Como ya sabéis, el jefe se jubiló. ¡Por fin! dicen algunos. Otros preferimos no hacer leña del árbol caído.
– ¿Sabes a quién van a promocionar para sustituirlo? -entra diciendo el sabelotodo del departamento.
-Ni idea. Sé que hay algunas quinielas. Pero, como te digo, ni idea.
Yo me barrunto que la mano derecha del antiguo jefe tiene muchos puntos. A unas cuantas virtudes, le añade el conocer de primera mano los entresijos de la empresa.
-Para mí no ha sido una sorpresa. Han elegido a Segundo. Sospecho que sus años como “doméstico” del anterior jefe le dan crédito suficiente para ello -observa el sabelotodo con cierta malicia.
He de decir que, para mí, Segundo es el perfecto segundo. De primero no lo veo. Es de esos que empatizan tanto con el primero que, lejos de sacar lo mejor de él, se convierten en ventrílocuo perpetuador de las batallitas del primero.
– ¿No correremos el peligro de que Segundo, dada su fascinación por el pasado del primero, se convierta en esa victima que se apropia de un pasado que nunca tuvo? -comento.
– ¿Lo dices por algo?
-Te explico. Si te fijas, cuando habla dice aquello de: “hace veinte años comenzamos a hacer …”, “después apostamos por…”. “Todo ello nos supuso muchos sacrificios. Lo pasamos realmente mal durante un par de años. Pero, ¿cuántos años lleva él en esta empresa? No más de cinco, creo.
-Si, más o menos. Él y yo entramos al mismo tiempo -confirma.
Debo decir que no me maravilla tanto que tire de “relatos del antiguo jefe”. Eso lo hacemos un poco todos para confeccionar nuestro discurso corporativo.
Digamos que hasta ahí, perfecto. Pero a mi me llama la atención su emoción a la hora de contarlo. Tengo que decir que lo vive en primera persona. Si no supieras su antigüedad en la empresa, pensarías que nació y vivió aquí desde siempre. Ese desfase entre años y discurso me descoloca un poco.
– ¿No crees que ese exceso de empatía con el pasado haga que se olvide del futuro? -comento.
– ¿Por qué lo dices?
-No, simplemente que, cuando habla, presenta al pasado como un destino de realización. Pero lo peor es que mucho de ese pasado no pasó. Quiero decir, que está plagado de mentiras, aunque él las defiende diciendo que sirven para realzar la verdad. Su verdad recreada, supongo.
– ¿No lo ves un poco rebuscado?
Me gustaría decir que no me gusta que Segundo persiga, con su mareo circular hamsteriano, un pasado que no es suyo y se olvide de liderar la creación de nuestro futuro. Que sí es nuestro. Pero solo digo:
-No sabría decirte, pero me inquieta.