¿Añoranza, pereza o síndrome posvacacional?

Por: Alejandro Martín. Socio Director de TDSystem

«Las vacaciones son como la felicidad, un momento transitorio entre dos periodos de trabajo»

¿Me hace ilusión volver a trabajo? Bueno, algo, he de confesarlo. Te estarás preguntando si soy un poco masoca. No te lo voy a negar; pero, déjame que te pregunte si no te alegra:

  • ¿acabar con esa sociabilidad impostada a la que te obliga las vacaciones?,
  • ¿y ese transitar de sitio a otro para presumir ante los demás o justificarte a ti mismo lo mucho que te has divertido?,
  • ¿y visitar museos o monumentos de los que tenías poco o nulo interés y que apenas recordarás en un par de meses?

Seguro que un poco sí.

No quiero confundirte con lo anterior, a mí me gustan las vacaciones. No todo de ellas, claro; pero mayoritariamente, las disfruto. Lo de la vuelta, tienes que volver, te pongas como te pongas. Y es mejor poner buena cara. La mala cara no va ampliarte las vacaciones. No obstante, hay entre un 30% y un 35% de personas que optan por la mala cara.

A este último colectivo quería hacerle alguna sugerencia, más allá de las ya consabidas de volver a su domicilio un par de días antes; reincorporarse al trabajo, si pueden, en miércoles o jueves y permitirse alguna actividad lúdica estos primeros días. Eso, me imagino, ya lo hacen.

Si tú estás dentro de este colectivo te quería sugerir algo más intrusivo. A saber:

  1. Aceptar que esa sensación te durará un par de semanas. A partir de ahí comprobarás que la vorágine del día a día borrará todo recuerdo veraniego.
  2. Volver a hacer deporte, leer, etc. sí lo hacías. Si no era así, es un buen momento para que te inicies en ello. Cuesta un poco, pero se puede.
  3. Retomar el contacto con amigos y conocidos saliendo al cine o a cenar. No olvides que tiene sus contrapartidas: algunos son de verbo largo y de fotografía extensa.
  4. Pensar en positivo sobre este nuevo periodo. Tiene sus encantos, aunque no sea más que por la evitación del calor de verano, la obligación de transitar de un sitio a otro y de divertirte y ser feliz por obligación.
  5. Olvidarte de las tapitas y el gin-tonic. Fíjate en la barriguita que has traído. Ahora toca alimentarse de manera más formal y sana; vaya, un poco más aburrida, menos espontánea, más planificada y menos grasienta.

En síntesis, todo se pasa, pero no te autoexijas demasiado estos primeros días; no te obsesiones con querer hacerlo todo bien a la primera, un mes de inactividad se nota; y, finalmente, no me seas agorero, de aquí a final de año no pasará nada que no tenga que pasar.

¡Ale! Buen comienzo y a trabajar. Las próximas vacaciones están ahí a la esquina.

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