Por: Alejandro Martín. Socio Director de TDSystem
“Decir que algo es evidente es mostrar que hay una enorme grieta en tus argumentos”. Tratchett, T.
Son las diez de la mañana y decido tomarme un respiro para oxigenar mi mente. El café, ya sabes, es una buena disculpa para ello y no dudo en acercarme a la salita del café.
-Sé lo que estás pensando -oigo que le dice mi compañero a uno del departamento de marketing.
-Pero, si no me has dejado ni opinar al respecto -responde resignado el marketiniano.
-Si, ya. Pero te conozco como que te hubiera parido.
Acabo de llegar y te aseguro que desconocía la capacidad adivinatoria de mi compañero. Como no iba conmigo el tema, no intervengo y comienzo a sacar mi café de la máquina.
-Es que a los de marketing todo os importa un bledo -continúa el lector de mentes.
-Permíteme que te explique -responde el marketiniano algo agobiado.
-Ya sé lo que me vas a contar. Qué te tengo clichado.
Tal habilidad adivinatoria me pica la curiosidad y me quedo allí discretamente. No había asistido nunca a un tercer grado en la lectura de mentes y, como veo que aquello tiene cierto recorrido, no estoy dispuesto a perdérmelo.
-Sé lo que pretendéis en marketing y permíteme decirte que no estoy de acuerdo. Vosotros, ahí, mucha palabrita en inglés y alguna presentación bonita y, los demás, a fastidiarnos -continúa el adivino.
Nuestro vidente es un comercial a la vieja usanza. Lo suyo es el verbo largo y no respirar cuando habla. Cuando coge carrerilla no respira; y eso no creo que sea muy sano. No obstante, todavía no se ha puesto rojo y la carótida la tiene controlada.
-En marketing posicionamos la marca y eso os hace vender más y mejor -replica a la defensiva el de la mente leída.
– ¿Tú crees que lo que hacéis nos ayuda a vender más a nosotros? Ya veo que no has salido a “hacer la calle” y “quemar zapatilla”. Pero, claro, para qué explicártelo, no lo entenderías.
-Lo podríamos hacer si nos proporcionarais información de lo que sucede en la calle, pero os la guardáis.
-No os la damos porque conocemos vuestro desinterés por ella.
-No es así. Pero, para solventar este problema, ¿podríais pasárnosla o invitarnos a las reuniones que hacéis entre todos los comerciales?
-No os invitamos porque sabemos que no vendréis. ¡Como sois tan estirados!
Sabía de las prácticas apabullantes de mi compañero, pero desconocía su don adivinatorio.
Me queda el último sorbo de café y he de volver a mi mesa, pero me asalta una duda: es ese don una ventaja para conocer el presente, pasado y futuro de una situación, o simplemente una coartada para “echarle mucho morro” trasladar las culpas a los demás y no colaborar. ¿Tú qué crees?