Por: Alejandro Martín. Socio Director de TDSystem
«Si estás buscando a la persona que cambie tu vida, acércate al espejo y mira. Anónimo»
Como seres humanos necesitamos marcarnos objetivos que nos movilicen. Tarea que acostumbramos a centralizarla después de las vacaciones y a comienzos del año.
El propósito de marcarse objetivos es que sean los referentes a la hora de orientar nuestros esfuerzos futuros. Por tanto, aquí no quiero cuestionar la bondad de tal propósito, sino llamar la atención sobre el tratamiento tan tópico que podemos llegar a hacer de él.
Aunque, imagino que tú eres de esas personas serias que huye de los tópicos deseos posvacacionales y se plantea objetivos retadores y realistas. No obstante, y simplemente “para descartarte como sospechoso”, ¿me permites que te haga unas preguntas y lo comprobamos? Perfecto, vayamos a ello.
Simplemente has de valorarte en qué medida haces lo siguiente (del 1 -poco- al 10 -mucho-) en cada una de las siguientes cuestiones:
- Cuando te fijas tus objetivos para el siguiente periodo los escribes en un papel o en tu agenda electrónica. Seguidamente concretas la cantidad, el porcentaje o el nivel al que los deseas conseguir. Es decir, hay un “numerito” a su lado. Además, si implica una serie de actividades las describes poniendo su fecha de inicio y final. Se trata de evitar ambigüedades.
- Te imaginas lo que podrás hacer una vez conseguido un objetivo: “te ves pudiendo hacer cosas de manera fácil o placentera que sin lograr ese objetivo no podrías hacer “. Es decir, asocias emociones positivas a su logro de tal manera que te sirvan de impulsores a la hora de actuar. Recuerda, los objetivos son un reto, implican sacrificio y esfuerzos.
- Tienes un “Plan B” o de contingencia por si algo no funciona. Ya sé que has tenido en cuenta todas las variables que pueden ayudarte o dificultarte la consecución de dicho objetivo, pero no siempre se comportarán como esperabas de ellas. En ese caso, pones rápidamente en marcha el Plan B.
- Piensas en positivo evitando gastar energía en aquellas cosas que “podrían pasar” y que lo más probable es que no pasen y evitas rumiaciones sobre “lo que pasó” y que ya no puedes modificar. Es decir, tienes la mente “limpia y en positivo” dedicada a los nuevos objetivos y a los planes de acción que de ellos se derivan.
- Te procuras ciertos “pequeños horizontes de placer” para crear hábitos y así mantener tu motivación. Eres consciente de que mantener la motivación a lo largo plazo no siempre es fácil. Por ello, fragmentas un objetivo en pequeños logros; y, por supuesto, no descartas pequeñas satisfacciones (un café, una copita de vino, una cena con algún amigo, …) que te mantengan motivado hacia tu objetivo.
Si has sacado menos de 20 puntos eres un soñador tópico; entre 21 y 35, tiras de tópico, pero aún tienes remedio; del 36 al 50, lo tuyo tiene muchas posibilidades de convertirse en realidad.