Por: Alejandro Martín. Socio Director de TDSystem
“Es difícil liberar a los necios de las cadenas que veneran”. Voltaire
Se acerca la hora de salir del trabajo y nos hemos relajado un poco. Se nota: miradas al reloj, cuerpos distendidos y ordenadores que se van cerrando. Ha llegado ese momento en el que la conversación se hace más laxa y menos concisa.
Hablamos de esto y de aquello. Todo un poco descuidado, deshilvanado. Pero sirve para hacer un breve repaso del día, y, por su puesto, conocer la forma de ver las cosas que tiene cada uno. Los temas son indiferentes y el compromiso con ellos, bastante bajo. Pocos hacen una defensa encendida de lo que se plantea. Ya sabes, algo flojito y sin compromiso.
No obstante, hoy el ambiente se ha ido caldeando. Un compañero que se ha encendido un poco, elevando la voz, afirma:
-Aquí, cada día se respetan menos nuestros derechos. Y, además, ¡no te puedes ni quejar!
Él es así, intenso en pasiones, amplio en expresiones y breve en reflexiones. Cree que a más pasión y expresión, más razón. Yo, como eso no lo tengo claro, pregunto:
– ¿Por qué lo dices? ¿Ha pasado algo últimamente?
-Si, en la política salarial para este año, otra vez nos están engañando los sindicatos, el Gobierno y, por supuesto, la dirección de la empresa.
-Pero, ¿tienes alguna prueba de ello?
-Todo el mundo lo sabe. Siempre hacen lo mismo. Además, lo han dicho en la TV, en el programa “la verdad va por delante”. Y si sale ahí, ya sabes, se acaba cumpliendo.
Algo de eso me temía: creencias y especulaciones reafirmadas por la cadena amiga, en el programa preferido y por el opinador favorito. Toda una holgazanería crítica, como puede comprobarse. Por ello, insisto:
-¿Seguro que es así?
-Sí, sí. Clarísimo. Eso, va a ser así.
– Y, ¿se aplicará de la manera que tú dices? Tal vez se acabe matizando el tema, ¿no crees?
-En absoluto. No hay otra alternativa.
Intensidad no le falta, vehemencia tampoco. Pero, ¿conoce otras versiones sobre tema?, ¿ha valorado otros enfoques?, ¿ha considerado que su interpretación puede estar sesgada por sus prejuicios e intereses? Para asegurarme, hago un último intento preguntando:
-Por tanto, ¿no hay alternativa?
-No, no la hay. Es más, además de ser engañados, no podemos ni expresar nuestro desacuerdo -concluye recogiendo su cartera y saliendo todo digno del despacho.
Me gustaría decirle que pasión no es sinónimo de razón y que libertad de expresión tampoco lo es de libertad de pensamiento. Y, entonces, ¿qué pinta la pasión y la libertad de expresión sin libertad de pensamiento? Probablemente, nada demasiado bueno.
Que conste, yo estoy a favor de las tres. No obstante, sin la última, dar rienda suelta a las dos primeras, ¿no es un poco temerario? Seguro que sí, aunque, de esta manera, el espectáculo de dignos ofendidos y vociferantes pasionales está garantizado.