¿Emocional o incontrolado? That’s the question

Por: Alejandro Martín – Socio-Director de TDSystem

“Cuando más nos dejemos influir por las emociones, menos ágil y más atenazado estará nuestro cerebro pensante” D. Golemam. Psicólogo Estadounidense.

Cumple 40 años este drama shakespeareano escondido detrás de una historia de gangsters

Santino «Sonny» Corleone (El Padrino 1ª Parte). ¿Recordáis a este personaje?. Como bien conocéis, es uno de los hijos de Don Vito Corleone. Personaje  de carácter duro y fácil de alterar. De hecho, el autocontrol no era una de sus virtudes ¿Recordáis cómo murió y la causa de su muerte?. 

La secuencia es la siguiente: Carlo Rizzi, el esposo de su hermana Connie, a la que maltrataba, vendió a Sonny Corleone a la familia Barzini –enemiga de la familia Corleone-. Para ello, pega a su mujer, Connie, para que ésta llame a Sonny pidiéndole ayuda. Carlo y los Barzini saben que Sonny, irritable hasta el extremo y poco controlador de sus emociones, iría en su ayuda. El resultado ya lo conocéis: le preparan una emboscada en un puesto de peaje de la carretera en la que muere tiroteado por los miembros de la familia Barzini.

Os recuerdo esta escena porque, desde hace un tiempo a esta parte, está muy de moda la inteligencia emocional, sobre todo desde que H. Gadner publicó la teoría de las inteligencias múltiples y, posteriormente D. Goleman publicó su libro sobre la inteligencia emocional. La moda ha sido tanta, que cualquiera de nosotros desea desarrollar esa inteligencia que nos permite empatizar y sintonizar con los demás.

Estando de acuerdo en el deseo de ser más hábiles con nuestras emociones, me aparecen algunas dudas sobre qué entendemos por ser inteligentes emocionalmente. Por ejemplo, “ser emocional”  no es lo mismo que  “ser inteligente emocional”. Lo comento porque en ocasiones nos encontramos con alguna persona que con la disculpa de  “es que soy muy emocional” confunde este hecho con el de ser inteligente emocional. Las consecuencias sospecho que las conocéis: un poco de nuestro tiempo, bastante más de nuestra paciencia y, con fortuna, el emocional acaba descansado después de la descarga que ha hecho. Perfecto para él si le ha servido de desahogo. Ahora bien, ¿ha salido alguien perjudicado con su explosión emocional? ¿Ha asumido alguna responsabilidad en la gestión de las causas que le llevan a tal explosión? ¿Ha sacado alguna conclusión que le permita gestionar mejorar la expresión de sus emociones?. Finalmente ¿ha habido alguna «víctima» de tal deshaogo?.

Cuando hablamos de este tipo de inteligencia nos referimos a la capacidad de gestión y control de nuestras emociones en el entorno profesional, que no debe suponer nunca su eliminación –si es que se puede-, ni tampoco su represión.

Finalmente, si hacemos una buena gestión de ellas nos va a permitir actuar  de un modo más inteligente con los demás a la vez que nos reportará  beneficios en el ámbito profesional en el que nos movamos.

“De lo que se trata es de ser inteligente en materia de emociones, no de ser simplemente emocional”

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