Por: Alejandro Martín – Socio-Director de TDSystem
“Ningún profesional está libre de padecer síndromes; el mejor es aquel que sólo padece los pequeños”
Los síndromes profesionales ¿son reales o modas que nos inventamos?. P.e. en estas fechas estaríamos bajo los efectos del “síndrome postvacacional”.
Reales o no, se habla de muchos. De tantos como personas reflexionan sobre ellos. Para denominarlos se utilizan términos llamativos que van de lo rimbombante a lo coloquial. Da igual el término. Nos interesa saber sus efectos sobre las personas que los padecen.
Dicho ello, paso a presentar dos de estos: “Maripili y Manolo”
El síndrome “Maripili”, según Carmen García Ribas -autora de este término-, es aquel que padece la persona que “lucha para ser buena en los papeles que le ha tocado ejercer durante su vida, aunque esto implique un desgaste extremo tanto físico como psíquico, y que se desmorona cuando recibe un mensaje de rechazo o de censura».
Se trata de una actitud que les impide progresar a las personas que lo padecen. Además, como se recoge en un artículo en «Expansión y Empleo» digital, puede convertirse en causa de la pérdida de talento y de salud de algunas mujeres.
Por su parte, el síndrome “Manolo” es aquel que padecen las personas que “tienen miedo al fracaso, pero no lo reconocen y que se manifiesta en comportamientos agresivos y arrogantes con los demás”.
Expresiones habituales de este síndrome son llamar la atención en público para demostrar su poderío, comportarse con prepotencia ante los demás, obviar los aspectos básicos de cortesía, hablar más que escuchar, etc. Algunas fuentes señalan que este comportamiento puede restar hasta un 30 % de la eficiencia de las personas que está bajo las órdenes de una persona que padece este síndrome.
El término “Maripili” habitualmente se asocia a las mujeres, y el de “Manolo” a los hombres, (tal como se puede comprobar en la mayoría de los múltiples artículos y comentarios que hay en la red sobre estos dos síndromes). No obstante, se me plantean algunas dudas:
¿Podemos limitar el síndrome “Maripili” únicamente a las mujeres? ¿Y el síndrome “Manolo” sólo a los hombres?
¿Es el síndrome “Maripili” nuestra versión almodovariana del síndrome de “Wendy”? o por el contrario, ¿tiene elementos diferenciadores suficientes para constituir un síndrome con personalidad propia?
¿El síndrome «Manolo» es nuestra versión del «Macho Alfa» con connotaciones del personaje cinematográfico de Torrente o es un síndrome diferenciado?.