Por: Alejandro Martín – Socio-Director de TDSystem
“Hay personas a las que les das un día soleado y te lo nublan”. Anónimo
Septiembre siempre me pareció un buen mes para ponerse triste. Es una cuestión física: el calor afloja, la luz se atenúa, el cuerpo tostado en agosto parece no recuperar el ritmo de antes de verano.
No hay atractivos en este mes de vuelta al trabajo. Esta es la realidad y no hay otra.
-Venga Aquino ¿No tenías ya ganas de volver a vernos? –me preguntan mis compañeros.
Sé que tratan de animarme con expresiones como “en dos días ya estamos en Navidades”, “seguro que ahora los jefes están más relajados”. Cuestiono sus bien intencionadas frases.
-Yo no habría vuelto –respondo-. No le veo el atractivo a la vuelta. Todo es fastidio: la cuesta de septiembre, las preocupaciones domésticas y otras tantas cosas.
-¿Sabes cómo se llama a lo tuyo? –responden-. Pues se llama negativismo
-¿…..?
-Y a la testarudez con la que lo defiendes, agresividad.
-¿Agresividad? ¿Agresivo yo?
-Sí, de hecho, lo que haces es culpabilizar a la vuelta al trabajo por algo que no es más que tu visión negativa de un buen mes.
Muchos volvemos de vacaciones. En eso estamos empatados, pero lo que más me fastidia es que para bastantes es un buen mes, un mes en el que contar a los demás lo que han hecho en vacaciones, a mostrarles las mil y una foto de lo que han visitado –aunque yo creo que eso raya la crueldad-, y a encarar la recta hasta fin de año con renovadas energías. Confieso que esta visión a mi me machaca.
Compruebo la flaqueza de mi cuerpo para abordar el periodo postvacacional, la envidia que siento de los que empiezan ahora sus vacaciones, y ese punto de rencor hacia esos compañeros que ríen en su vuelta al trabajo.
Yo simplemente siento cansancio antes de empezar a trabajar, aburrimiento antes de abordar los temas pendiente e indiferencia hacia los proyectos que quedan por ejecutar. Porque, para decirlo con una frase, la idea de que lo bueno o lo malo de la vuelta al trabajo dependen de la actitud que adoptes, es una paparrucha.
De la actitud dependen muy pocas cosas y las cosas “son como son”. Y septiembre, “te pongas como te pongas”, siempre es ese mes fatídico que, como mucho, te incita a empezar una dieta que no seguirás, apuntarte a un gimnasio al que no irás y a matricularte en inglés a cuyas clases probablemente faltarás.
-Es un mes que “es como es” –sentencio- Y como realista que soy “te pongas como te pongas” el último tramo del año es malo “lo mires como lo mires”.
Aquino Akenó ha de llegar hasta fin de año y siente que septiembre se le resiste. Pero no sabe si es porque septiembre “es como es” o es que él ha desarrollado una gran habilidad para construirse un September horribilis. Mientras piensa en ello, sus compañeros se alejan de él como deseando dejar atrás al miembro pesaroso y molesto de la manada.