Por: Alejandro Martín. Socio Director de TDSystem
«La dignidad no consiste en tener honores, sino en merecerlos. Aristóteles»
No es que me guste chismosear, tú lo sabes. Pero hay noticias con su puntito de morbo. Te preguntarás si alguien se ha liado con otro u otra alguien. Nada de eso, aquí somos muy recatados. Lo de ahora es algo sencillito: a un ascendido jactancioso, lo han descendido.
Como te puedes imaginar, hay algunos que consideran que su descenso ha sido inmerecido y precipitado. Aunque nunca se cuestionaron si había sido merecedor de tal ascenso. Ya sabes, cosas de filias y fobias.
Yo, vaya por delante, he de decir que me cae bien. Pero en su momento sí me pregunté si su ascenso era debido a su alta calidad personal y profesional o por su disposición a reír el mal chiste del director, estar para lo que haga falta, y dentro de ello, para ser un poco el correveidile semioficial. Nunca lo supe con certeza.
Los más suspicaces y maledicentes dicen que los últimos méritos eran suficientes para mantenerlo en puesto en el que los practicaba, pero que dudan mucho de que lo fueran para una posición de mayor relevancia. Como ves, una cuestión opinable.
Pero, profundicemos en el descendido. Yo entiendo que no aceptar que ha sido descendido, con lo que él ha hecho por la casa, es doloroso. Máxime si te han hecho un pseudo ascenso lateral al nombrarte líder, que no jefe, de algo tan vaporoso como la excelencia en la innovación. Vamos, de algo que sirven como analgésico y poco más.
Yo, y esto es solo una opinión, creo que el nuevo líder de la vaporosidad, todavía tiene una oportunidad de mantener cierta dignidad. Es decir, a lo hecho, o no hecho, pecho y volver a la casilla de salida. Pero, claro, eso exige comportarse con el correspondiente decoro. Y esto no es fácil, te lo aseguro. Porque la posición de descendido exige asumir tal situación con todo lo que ello conlleva, claro. Y ahí viene lo difícil de desprenderse de los privilegios y prebendas anteriores.
Sé lo duro que es prescindir del despacho, del acceso a la información privilegiada y, lo más doloroso, de la sonrisa un poco babosa de las personas que de algún modo podían verse beneficiadas por tus decisiones. Duele, te lo aseguro.
Pero ahora todo eso no existe y, cuanto antes se asuma, menos dignidad se pierde. Además, si te vas a quedar en la situación de descendido, has de tener el decoro de facilitar tu relevo, comportarte acorde con la nueva situación y, siempre es aconsejable, no ser maledicente respecto a la persona que ahora ocupa el puesto que tú ocupaste.
No obstante, me asalta la duda sobre si cuando se llega a un puesto de relevancia por pequeñas indignidades, posteriormente se es capaz de tener el suficiente decoro para abordar el descenso con cierta dignidad. Probablemente sea posible. Pero, tú, ¿qué piensas?