Por: Patricia Soler – Consultora de TDSystem
Si no hay personalización en un conflicto éste no se percibe como tal.
Las emociones que nos producen determinadas situaciones o relaciones contribuyen a dar forma a nuestras percepciones, y éstas pueden contribuir a ver a una situación como conflictiva.
Las emociones son clave para dar forma a nuestras percepciones. Si una situación o persona suscita en nosotros emociones negativas seguramente realizaremos simplificaciones exageradas, desconfiaremos e interpretaremos negativamente la conducta de la otra parte.
Por el contrario, si una situación nos suscita sentimientos positivos ello nos ayudará a tener una visión amplia de la situación así como encontrar soluciones a las posibles discrepancias.
La percepción de que una situación es conflictiva es importante porque es el punto del que se parte para calificar a una situación como un conflicto. Las partes afectadas deciden qué trata el conflicto. Y a su vez esta “creación de sentimiento” es clave porque la forma en cómo definimos un conflicto indica, en gran medida, el tipo de solución que hemos de aplicar.
Cuando percibimos una situación la damos significado. La interpretación que realizamos es el producto de la información sensorial que obtenemos de esa situación a la que añadimos nuestros recuerdos, presunciones e ideales.
Para que califiquemos una situación como conflictiva hemos de poner en marcha dos procesos:
1. La selección (reducción) que hagamos de toda la información que nos llega de esa situación.
2. La proyección (predicción) que hagamos de los efectos futuros que puede tener en nosotros ese “estado de cosas” seleccionado.
Estos dos procesos tienen la finalidad evitarnos sorpresas futuras desagradables. Creamos un “orden” con la información que percibimos de una persona o situación. El objeto es avanzarnos a los posibles acontecimientos.
Este orden nos permite poder reexaminar la información para poder añadir más información de interés para nosotros y poder predecir comportamientos y situaciones no deseadas.
Aunque pensemos que las metas de la organización están bien definidas, se han transmitido con claridad y, además, están por escrito, cada persona y/o grupo dentro de la organización hace su propia lectura de ella. O sea, la interpreta en función de su “histórico” dentro de la organización y de sus intereses actuales,
La percepción es el elemento determinante a la hora de interpretar una situación. Ésta puede ser percibida como positiva o distorsionada respecto a algunos grupos o personas.
Esta diferencia de percepción puede ser provocada por una inadecuada integración intergrupal, desigualdad en la repartición de los recursos, ambición por el poder, diferencia entre las metas personales y/o grupales, etc.
El conflicto en la organización es inevitable, no siempre es contraproducente, pero siempre lo será si está mal gestionado.