Por: Por: Meri Ilich – Presidenta de la Casa Eslava
«Nunca andes por el camino trazado, pues te conducirá únicamente hacia donde los otros fueron”. Gram Bell. Científico e inventor. Canadá 1922
Durante los años de mi vida en los que yo era la hija obediente, la esposa complaciente y la madre permisiva, he desarrollado el hábito de la respuesta positiva. Me han conocido todos como “la que siempre dice SI”.
Parecía mi deber kármico el cumplir con las demandas de todos. De esta manera me he trasladado al mundo empresarial. Mi deber era hacer feliz a todo el mundo, a mi familia, a mis amigos y ahora a mis clientes.
A través de un proceso lento aprendí que tampoco consigo hacer felices a los demás aceptando la realización de todas las ideas que ellos tienen en su mente. Todos tenemos nuestro camino de aprendizaje que recorrer y, para algunos de nosotros, es aprender a poner los límites.
Solía intentar complacer a todos mis clientes hasta que un día entendí que los resultados no significaban siempre su satisfacción mediante mis servicios. A partir de ahí, comprobé que debía establecer unos parámetros de colaboración de colaboración con los clientes que pasarían por:
- Crear un manual de programa de servicios en diferentes formatos, con diferentes precios y opciones de pago. Ello implica perder la flexibilidad absoluta, pero establece con claridad el marco en el que nuestra relación puede ser productiva.
- No tengo que buscar la manera de complacer en todo a todos los clientes con nuestros servicios, sino que nuestra oferta de servicios tenga los elementos clave que satisfagan al el perfil del cliente más adecuado para nosotros.
- Crear una lista de “Lo que nunca se debe hacer” y tenerlas presentes siempre, pero sobre todo al inició, en la relación con nuestros clientes.
Por ejemplo: nunca se empezar un proyecto sin recibir por adelantado el compromiso materializado del cliente. Sólo el cumplimiento de esta condición nos descarga del peso de interpretar nuestras decisiones como algo personal y subjetivo. Nos provee de un “amortiguador”, o sea representa un requisito básico a la hora de responder a todas las demandas que nos hagan.
Como lider@ de mi negocio, no necesito dedicarme personalmente a esta parte del trabajo.
Aprendí a dejar pasar a los clientes que no son los míos, sin dar demasiadas explicaciones ni perder tiempo en numerosas reuniones. Empleo el tiempo ahorrado en ofrecer un mejor servicio a los clientes adecuados.
Estoy tan contenta que mi periodo de “ella siempre dice SI” se ha quedado en mi pasado y que mi presente está caracterizado por la líder@ que siempre utiliza su tiempo de manera creativa.