Por: Alejandro Martín. Socio Director de TDSystem
“Una identidad bien definida es la primera condición del liderazgo”. Wilson, W.
Comienza el día y allí viene con mascarilla negra y guantes a juego. Todo un malote.
-Buenos días -nos saluda el jefe chocando su codo con el nuestro.
Algo me esperaba de él, pero no habría podido imaginar una imagen tan mainstream.
-Ya sabéis, con la nueva normativa hay cosas que no se pueden hacer – nos regaña un poquito porque estamos varios junto a la máquina del café.
-Sí, sí. Es solo un momento -responde uno a modo de disculpa.
-Bien, preparaos para la reunión que seguidamente tenemos. Va sobre nuestra identidad corporativa. Hemos de transmitir una imagen clara a nuestros clientes y empleados -nos dice mientras se aleja hacia la sala de reuniones.
El jefe, en lo de la imagen, es un crack; con la identidad, no lo tengo tan claro. No obstante, creo que saber qué somos y qué no somos; o, si somos algo, ¿qué?, ayuda. Mas que nada porque imagen e identidad concuerden.
Apuro mi café y me dirijo a la sala que es una mezcolanza de muebles clásicos y modernos, aunque los entendidos en la cosa lo llaman estilo ecléctico. El jefe está hablando por su móvil. Podría decirse que está y no está a la vez. Vamos, medio está; aunque él prefiere decir que es multitasking. Y los participantes, que te diría, llegan poco a poco de manera que el comienzo de la reunión es indefinido, líquido. Posmoderno, dicen.
-Veamos, hoy el tema clave de la reunión es nuestra identidad corporativa ante la nueva situación. Aunque claro, esto es muy amplio y abierto -comienza el jefe.
Con este inicio, sospecho que el figureo se impondrá y hablaremos de todo y de nada en concreto. Pero no adelanto acontecimientos.
-Hemos de ser más agua que roca, más puzle que monolito, más camaleón que mula. Deberemos adaptarnos, ser versátiles y dejarnos absorber por cada situación que venga -continúa.
Su bagaje metafórico es espléndido. Pero, ¿nos está proponiendo una identidad-chicle que se estire o encoja en función del momento y del lugar? No está claro. Por ello, uno de los presentes, pregunta:
– ¿Podría ponernos algún ejemplo para comprender mejor lo que nos pide?
– Veamos, nuestra identidad deberá ser elástica y plástica. Si se me permite, hemos de “caer de pie” en cada circunstancia. O sea, como los gatos. Es la hora de buscar la forma más inteligente de ser inteligentes -dice concluyente.
Ante esta última frase, el más pelota casi rompe en aplausos. Pero se contiene al observar la cara de circunstancias de los demás.
Llegados a este punto, y según el jefe, lo nuestro ha de ser algo líquido, versátil y adaptativo. Es decir, gatuno. Dicen por ahí que es lo que ahora se lleva: imagen ambigua, comportamiento esquivo, tragaderas anchas y espíritu crítico estrecho. Vamos, toda una apuesta por la fachada y poco por los cimientos.