Por: Alejandro Martín – Socio-Director de TDSystem
“Si algo puedes decirlo de manera complicada no lo dudes, parecerá más inteligente”. Anónimo
Próspero, el conocido Próspero, hombre fuerte en finanzas, creyó que el dinero era lo que daba el glamur. Ahora, después de varios años fuera, ha vuelto como el jefazo indiscutible de la empresa.
Cree que nada ha cambiado y se sigue ratificando en lo del dinero, aunque nota que algo diferente, pero no sabe cómo calificarlo.
Esa mañana avanzó por el pasillo hasta tomar posesión de su nuevo despacho. Estaba al fondo de la sala y entre molesto y satisfecho fue perseguido su caminar contable por los ojos de sus colaboradores. Se sentó, descolgó el teléfono y pidió el último informe financiero de la organización.
Al poco apareció en su despacho su assitant para decirle que hasta el día siguiente no podría tenerlo ya que el AGIR, que ahora es el IPN ha pasado a ser controlado por el STI, que ya no está en la central, en detrimento de la SSII, que sí que lo está, pero que está previsto que todo ello migre en breve al RTI. Que por tanto debería esperar hasta ese momento. Que nada se podía hacer al respecto.
Próspero no conocía a su assistant, no estaba cuando él se fue, y quedó un poco confundido. No sabía si estaba frente a un cerebro privilegiado o frente a un trilero de los acrónimos. Sea cual fuere, el caso es que quedo sorprendido y un poco, cómo decir, atacado en su autoestima. Él, en su tiempo, se manejaba perfectamente con el EBITDA y otro par de acrónimos importantes, financieros claro, pero es que enlazar cinco de ellos sin despeinarse, le superaba bastante.
Salió su assistant del despacho y él se dirigió a visitar al resto de departamentos. Era su primer día y quería conocerlo todo y a todos. El viaje fue cordial en el trato; claro, él era el jefe, pero catastrófico para sus entendederas.
Intentó memorizar palabras y procesos tales como el TRANSFER está conectado con el SED, que ahora se llama F360 por razones que no vienen al caso, que ha de volcar los datos en el SAP de toda la organización para que después todos los CIIS de cada departamento puedan tomarlos de allí mientras que lo alimentan desde sus HTS.
Cansado y desanimado vuelve a su despacho. Tiene la intención de aprenderse todo aquel galimatías de palabras. Ahora él es el jefazo y su glamur está en juego, pero no tiene claro cómo hacerlo, aunque se barrunta que es más la carcasa que su contenido. Probablemente sólo sean nombre sonoros utilizados con mucho empaque pero que solo sirven para nombrar a la información, la tecnología para gestionarla y los datos que sirven de alimento al sistema. Vamos, lo de siempre, pero claro, dicho así, sin más, “gestionar datos para tomar decisiones”, además de breve queda un poco, ¿cómo te diría?, vulgar y anodino.
Sabe que deberá aprenderse toda esa jerigonza si quiere ser un jefe glamuroso. Lo que no tiene tan claro es que ello contribuya a mejorar su inteligencia.
Muy acertado, como siempre!!!!