Por: Alejandro Martín – Socio-Director de TDSystem
“La tontería engendra más confianza que el conocimiento”. Darwin, Ch.
—¡Puf! A ver que nos depara el día.
Son las ocho de la mañana. Entre el parking y mi mesa, me paro delante de la máquina del café.
—¡Buah! Cada día sabe peor.
—¡Venga, venga! Que se nos va el día!.
Es el jefe. Últimamente lo tenemos un poco crecidito. Asiste a actos de gente importante y se duerme escuchando las conferencias de más éxito en TED. Los malévolos, los que no le tienen mucho aprecio, dicen de él que es el claro ejemplo de “Quod natura non dat, Salmantica non præstat”. Malas querencias, supongo.
—¿Por qué no está ya acabado y cerrado ya este proyecto? El deadline, (le gusta decirlo en inglés), ya ha concluido y el retraso nos va a costar un dineral. Yo ya lo habría cerrado hace un par semanas.
Antes no se hacía notar. Ahora en él todo es nuevo, prestado e impostado: Vestimenta para el cargo, vocabulario grandilocuente para denotar autoridad y, sobre todo, temas “qué sólo las personas de cierto nivel pueden entender”. Los más crueles dicen que padece el síndrome de Dunning-Kruger. Especulaciones, supongo.
Se acerca a una de las mesas y, en tono autoritario-condescendiente, dice:
—Hasta un becario lo haría en la mitad de tiempo. Pero claro, tal vez él disponga de habilidades que vosotros no tenéis.
Lo dice con sonrisa condescendiente que, según va perdiendo pelo y ganando papada, incrementa la insustancialidad de las facciones de su rostro.
—No me vengáis con historias -sentencia-. Si el tiempo que gastáis ideando disculpas lo utilizarais en buscar la solución, el proyecto ya estaría cerrado hace tiempo.
Añade que tiene que asistir a una reunión muy importante. Volverá a mediodía. Que quiere ver el proyecto esté terminado a esa hora. Da un portazo y se aleja con ese paso entre chulesco y suicida de los toreros.
—Presumido ¿no creéis? -alguien comenta en la sala.
—Un poco. Antes, recuerdo que hablaba y opinaba de todo, pero lo hacía en la versión 1.0. del enteradillo.Iba de sobradete, nada más. Ahora ya dispone de la versión 3.0. que amplía la relación entre su vanidad y su estupidez.
—Hombre, no te pases.
—No, no lo hago. Ahora, con esta versión, puede subestimar las capacidades de los demás, llegar a conclusiones erróneas y tomar decisiones catastróficas, sin, por fatuidad, darse cuenta de ello.
—¿No estas siendo un poco cruel con él?
Iba a decir que tal vez un poco, pero lo dejo ahí. Al mediodía, tal como había anunciado, aparecer su figura tonelesca entrando en tromba en la sala.
—¡Necesitó ya el proyecto! ¿Me habéis entendido?
Callamos. Aunque creo que todos pensábamos que ya le había instalado la versión 4.0. Lo malo es que ésta permite, como con los gases, que su tontería se expanda hasta ocupar todo el espacio disponible. Y, claro, como le amplíen el despacho, vamos listos.