Por: Alejandro Martín. Socio Director de TDSystem
“Hay tres cosas difíciles: guardar un secreto, soportar un agravio y emplear bien el ocio.” Quilón de Esparta
Ninguno de nosotros cree en las musas, pero si nos preguntaran si nos gustaría sentirnos inspirados por ellas, a todos nos encantaría. Y eso, inspiración, es lo que hace falta para disfrutar de las vacaciones.
Me han dicho que el arte de las vacaciones no tiene su propia musa, aunque solo se puede disfrutar de ellas si las musas nos inspiran a la hora de escoger el momento oportuno para pasear, para conversar, para leer y para dormir.
También dicen que es deseable su inspiración para disfrutar de la comida sin necesidad de ser un chef, de la bebida sin ser un sommelier y de alguna forma de amor sin ser un artista en ello. Pero, ¡ojo!, en estas artes, la inspiración sobre el momento, el lugar y la manera, además de oportuna, siempre es necesaria. Porque un exceso de la primera, acaba en un atracón con el crecimiento de los consabidos y antiestéticos michelines; de la segunda, en una borrachera y la pesadez de su resaca; y de la tercera, en algún que otro jardín, en el que tal vez no deberíamos habernos metido. Porque la lucidez a la hora de controlar los excesos de la inspiración siempre es recomendable.
Si nuestra inspiración es ajena a las ausencias y a los excesos, una planificación meticulosa de las vacaciones siempre es algo deplorable: las haría parecer más una continuidad que una ruptura, pero con muchos kilómetros recorridos, otros tantos parientes saludados y sinnúmero de monumentos visitados.
Por tanto, si en tu camino se cruza una persona que va recta y rápida hacia un objetivo y, una vez alcanzado, saca una foto y se da la vuelta, ¡huye!, apártate de ella. Porque disfrutar es una danza lenta y remolinante, poco amiga de los trazos rectos y ángulos precisos. Aléjate de esos personajes que todo lo catalogan, ordenan y ponen en fila. Si por ellos fuera, controlarían cuántos deseos tuvieras y los clasificarían por su ardor, duración e intensidad. También les gustaría ordenar tus pensamientos por su conveniencia y oportunidad. Pero en los deseos, pensamientos, comida y bebida, hay que poner coto a las incursiones de esos obsesos del orden y el control.
Disfruta y ten en cuenta que un cuerpo vacacional se mueve lentamente, traza parábolas, curvas e idas y venidas. Podría parecer que el cuerpo vaga sin dirección fija y que tiende al desequilibrio, tal vez físicamente lo aparente, pero no es así. Es simple adaptación a la naturaleza del tiempo vacacional, cuya gracia está en esos vaivenes propio de la danza de la inspiración.
Por tanto, la abstracción, el orden y las preocupaciones son antivacacionales, provocan angustia y generan comportamientos delirantes al no encontrar lo que se busca, intentar ordenar lo inordenable y controlar lo que no hace falta controlar.
Recuerda: aunque te cueste guardar un secreto y soportar un agravio, saca partido a tus vacaciones.