Por: Alejandro Martín. Socio Director de TDSystem
Esos falsos rebeldes que necesitan ser castigados para ser algo. F. Savater
-¿Qué has decidido? -le pregunto a mi nuevo compañero.
-No puedo decidir -me responde.
-¿Querrás decir que no quieres?
-No, no puedo. Si lo prohibiera la Dirección me resultaría más fácil.
Llegado a este punto no sé cómo continuar con él. Pero, antes de nada, casi mejor que lo presente: es nuevo en el departamento, que no en la empresa. No era la primera opción para este puesto. Pero, por distintas carambolas del destino, aquí tenemos a este robótico rebelde.
-¿Qué tal va todo? -saluda el jefe que acaba de llegar de una semana de viaje.
-Bien, todo bien -respondo.
-¿Y el nuevo, encaja bien en el equipo? -me pregunta a mi directamente.
-Es un poco particular. Siempre está metido en reivindicaciones.
¿Y eso?
– Pienso que se cree un héroe reivindicador. Sin ir más allá, sus últimas peticiones son poner un respaldo de bolas de madera en las sillas de la oficina, solicitar que todos los empleados dispongan en su mesa de un reposamóviles con las patas de Mikey Mouse y sugiere que todos los empleados deberían tener una taza para beber agua con la foto del jefe. Dice que eso mejoraría mucho su sentido de de la responsabilidad.
– ¡Puaf! ¿Si que es rarito este tío?
-A mí me parece -me atrevo a aventurar- que no es un entusiasta de las bolitas, tampoco de Mikey Mouse y las tazas con logo corporativo. Pero lo suyo es ser el martillo de herejes de la Direcciónpor las fundadas o infundadas injusticias pasadas y presentes hacia los empleados.
– Pues vaya papelón que tenemos. ¿Y por qué crees que actúa así?
-Le va que la Dirección prohíba cosas, que probablemente una persona con un mínimo sentido de la estética debería prohibirse él mismo. Pero necesita esa prohibición porque se desenvuelve mejor en la queja y la protesta permanente que trabajando y ejerciendo la templanza.
-Vamos, que tenemos todo un rebelde sin causa un poco toca……
-Yo creo -apunto- que disfruta del placer de sentirse castigado, aunque creo que el sentirse agraviado permanentemente es sólo una estrategia para ocultar su irrelevancia. Practica un masoquismo con toques provincianos. Sentirse oprimido por la Dirección es su meta heroica.
-Pues vamos listo -masculla el jefe-
Me gustaría añadir que es experto en buscar agravios, reivindicaciones no tenidas en cuenta y hasta es creativo buscando otras nuevas. Lo que él desea no es el resultado de su reivindicación, sólo necesita que lo castiguen por lo que hace. Si no hay castigo, no hay héroe y, claro, él necesita ser héroe. ¡Faltaría!