Por: Alejandro Martín. Socio Director de TDSystem
El reto ahora no es adaptarse, sino ser adecuado. Bauman. Z.
El día en que me tocó volver al trabajo me levanté a las 6.30 de la mañana. No es que me aterrara volver, pero sí he de decir que sentía pereza por los consabidos:
– ¡Qué! ¿Qué tal esas vacaciones?
-Bien ¿Y las tuyas?
– Yo como siempre.
Le hubiera contestado, pero me callé, aquello de muchos lugares para visitar, un horario estresante por llegar a tal sitio, unas comidas que van de lo pantagruélico a lo informal y sobreabundancia de compañía.
– Te veo morenito ¿Has disfrutado de la playita?
Siempre temo a esta pregunta. Ya sé que la respuesta adecuada hubiera sido aquello de tumbado en la hamaca y disfrutando del sol en una cala para mi solo. Pero en cambio respondí:
– Lo de la playita un trauma.
– ¿Y eso?
– Mira, yo había calculado un par de días para coger el tono de color adecuado, pero no, allí ya estaban esos musculaditos hipermorenazos a los que se dirigen muchas de las miradas femeninas de la playa.
– Pero tu pareja te miraría a ti, supongo.
– Sí, claro. Primero mira al musculitos abriendo los ojos, después me mira a mí entrecerrándolos y, seguidamente, vuelve al morenazo con ojos como platos.
Me hubiera gustado darme una vueltecita por la orilla de la playa y ver el panorama; pero, después de lo expuesto, pensé que eso de ponerse de pie, blanquito y con la barriguita correspondiente al aire, se quedaría para la semana siguiente.
-Fastidia, fastidia -me dijo.
-Te diré. O te adecuabas a los estándares de los cuerpos saludables o pasabas a la franja de los que pasean por la playa a las ocho de la mañana porque va bien para la circulación.
-¿Y qué hiciste? -me preguntó.
Por su pregunta detecto que los efectos de mis esfuerzos para ingresar en la comunidad de los cuerpos admirados tuvieron una breve fecha de caducidad. Un poco decepcionado respondí:
-Los primeros días fueron de caminatas a primera hora, comida saludable y un poco morenito “artificial” que siempre ayuda. Justito, pero mi cuerpo pasó a ser adecuado para pasear oteando el horizonte playero sin que nadie entrecerrara los ojos.
-¿Y qué pasó después?
-Que no pude mantener mi “valor en el mercado playero” de los morenazos.
-Pues sí que se ha puesto difícil lo de la playita.
– Y tanto. Lo de sacar a pasear la barriguita y mirar sin disimulo a las bañistas ya no se lleva. Ahora, entrecerrando los ojos te indican que, además de barrigón, les molestas.
– Visto así, el volver de vacaciones es un descanso.
– Así es, toda una suerte. Ahora vestiditos y un poco morenitos nuestra fecha de caducidad se alarga hasta el próximo verano.
Feliz vuelta de vacaciones