“If men define situations as real, they are real in their consequences”

Por: Patricia Soler – Consultora de TDSystem

La profecía que se autorrealiza es, al principio, una definición «falsa» de la situación que despierta un nuevo comportamiento que hace que la falsa concepción original de la situación se vuelva «verdadera». Robert K. Merton. Sociólogo

«Tanto por hacer… y tan poco tiempo» Si interpretamos así nuestra situación y la definimos como real, esa forma de ver nuestra situación tendrá efectos reales

En otras palabras, a menudo no reaccionaremos a cómo es nuestra situación en realidad, sino que lo haremos principalmente a la manera en que percibimos tales situaciones, y al significado que les demos.

Nuestro comportamiento va a estar condicionado en parte por nuestra percepción y el significado que atribuyamos a las situaciones que nos toque gestionar, más que por las situaciones en sí mismas.

Una vez que nos convencemos a nosotros mismo de que nuestra situación es así, y al margen de como realmente sea, adecuaremos nuestra conducta a esa percepción, con consecuencias en el mundo real.

Todas acabamos, en mayor o menor medida, convirtiéndonos en el objeto de nuestra percepción y haciendo buena la predicción de la profecía auto cumplida: Si consideramos que las crisis son lo primero a abordar y dedicamos la mayor parte de nuestro tiempo a gestionar esas tormentas, es probable que sólo por azar podamos acabar en aguas calmadas.

Pero no solo eso es lo duro, sino que cuando gestionamos una crisis se producen unos efectos secundarios sobre nosotros como gestores de esa crisis. A saber:

  • Juan, menos mal que has llegado, de lo contrario no habríamos podido continuar
  • Juan, si no es por ti, no habríamos desencallado el tema

Parecen dos expresiones cuasi inocentes, pero no es así. En ambas se produce un acto de reconocimiento de los demás y nuestra consiguiente autosatisfacción.

¿Algunos de nosotros estaría dispuesto a renunciar a esta fuente de buenas noticias?

Probablemente sí, pero resulta a veces difícil detectar que estamos en esa situación. Y nos convertimos en el “bombero pirómano”: él es origen y solución del problema.

Y esto es lo que habitualmente sucede cuando no conseguimos superar la tendencia a atender sólo lo urgente y no enfocarnos sobre todo, en planificar y atender lo importante.

«Lo que resulta verdaderamente urgente, es ocuparse de lo importante»

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