Por: Alejandro Martín. Socio Director de TDSystem
“Un tonto resulta aburrido, muy aburrido, pero un pedante es inaguantable”. Marlene Dietrich
Son las seis de la tarde y esto es un frenesí. Todavía no sé si la próxima semana he de volver a la oficina o seré sujeto susceptible de teletrabajo. En todo caso, mi portátil no está preparado para tal eventualidad y necesita una adaptación ante tan urgente propósito.
-¡Qué! ¿Cómo va mi portátil? Hace una hora que debería haberme marchado y todavía estoy aquí, esperando.
-Pues espera, que estoy debuggeando el sistema de tu portátil -me responde Spam, que así es como llamamos al informático sin saber si es porque nos envía mensajes estúpidos sin sentido o por las comunicaciones en masa a las que ninguno hacemos caso.
Aquí y ahora, “con la iglesia hemos topado”. Es su territorio y momento estelar, viernes, última hora y la necesidad de teletrabajar desde casa. Más vale que rebaje mis pretensiones o me arriesgo a no salir hoy del trabajo. Por ello, le digo:
-Bueno. Haz lo que puedas. Aunque agradeceré que el asunto no se demore mucho.
-Ahora estoy con el bandwidth y el backup. El bcc y el boot lo dejo para más tarde, pero no me agobies -me responde.
No me he enterado de nada. Tampoco sé si he de esperar mucho o no. No obstante, bajando un poquito la voz y bastante más mis exigencias, le digo:
-Vale. Espero.
Nuestro amigo Spam no es que padezca algún trastorno psicológico para expresar con sencillez lo que está haciendo. Lo que le pasa, creo, es que no entiende por qué un ordenador no es nuestro objeto de deseo ni lo que sucede dentro de él el motivo de nuestros sueños húmedos.
-Lo de hoy es de locos. Esta tarde estoy sufriendo un bottleneck impresionante. Te acabo de instalar los drivers y te lo podrás llevar -me responde después de un buen rato esperando.
-Gracias -le digo para acabar con aquella letanía de términos incomprensibles para mí.
-¡Ah! Si te falla al poco de conectarlo. Ya sabes, “sal y vuelve a entrar”.
No sé si es por la sencillez de la expresión o porque funciona demasiadas veces, es lo único que he entendido. No quiero decir con ello que nuestro informático no sepa explicarse, es que considero que pone por encima su ansia de lucirse a nuestra necesidad de enterarnos.
Y que conste, que es buen informático. Simplemente “se le va la mano” en su sabiduría intimidatoria y su autocomplaciente suficiencia informática. Olvida que un lenguaje llano y entendible facilitaría nuestra comprensión. Si además le añadiera un poquito de humor, su inteligencia sería algo agradable y no ese coctel de boberías informáticas en inglés.
¡Ah! Y por mucha cosita rara que instale en mi ordenador, no creo que ello me dé la agilidad mental de la que carezco ni de él haga algo más que ser un informático con ínfulas.