Por: Alejandro Martín. Socio Director de TDSystem
El carácter impulsa, el compromiso mueve y la firmeza hace continuar. Ziglar, Z.
Hoy hace un mes que el nuevo jefe está con nosotros. A muchos, a partir de su discurso inaugural, les pareció un gran jefe, uno de esos que ahora se llevan: dinámico, líquido, divertido y dispuesto a cambiar de opinión cuando convenga.
Yo, al principio, cuando entré en la compañía, era crédulo y sensible a esas poses. Ahora soy más descreído. La vida, sospecho.
-Te veo absorto, en tu mundo, ¿te preocupa algo? -me pregunta mi compañero.
-Pensaba en mi descreimiento actual. Solo veo los vicios y defectos de los jefes.
– ¿Qué quieres decir?
– Por ejemplo, el actual jefe es flexible y agradable. Pero también inseguro, con poca determinación y menos decisión. No sé dónde ubicarlo. Y, si lo hago, no me gusta el lugar donde queda.
-Está exento de dogmatismos. Siempre abierto a cambiar de opinión. Vamos, un jefe happy-colegui -afirma.
Aquí me pierdo un poco. Lo happy-colegui lo veo bien para la hora del café; y con los compañeros, claro. Y este jefe es inconcreción, nebulosa e indecisión. Por eso le digo:
-Yo casi prefiero como jefe a una persona de carácter fuerte y pensamiento robusto.
– ¡Qué horror! La gente así es muy propensa al dogmatismo y al ordeno y mando.
-Creo que confundes carácter fuerte con mal carácter. Y eso no es así.
– ¡Ah!, ¿no? Entonces, ¿cómo es?
– Carácter fuerte implica tener voluntad para abordar los retos y, si se ve acompañado de un pensamiento robusto, dispondrá de principios claros, determinación y constancia suficiente para aplicarlos en aquello que hace o manda hacer. Un mal carácter, no creo que tenga que contártelo, todos lo hemos sufrido en algún momento.
-Aun así, prefiero a las personas flexibles, relativistas y creativas -afirma.
-Permíteme responderte por partes: en cuanto a la creatividad, siendo importantes las ideas, lo clave no está en tener muchas, sino en presentar las que se tiene de forma atrayente, defenderlas con pasión y aplicarlas con brillantez. En lo que respecta a la flexibilidad y el relativismo, he de decirte que lo óptimo está en ser flexible aplicando los principios y relativizando los temas a los contextos que corresponde.
-¿No es eso un poco lioso?
-Probablemente. Pero evita confundir flexibilidad con falta de firmeza y relativismo con banalización. Eso es más propio de un carácter débil.
-Ya. Pero suena un poco rígido. Y a mí me gusta la gente más divertida -concluye.
Sé que una persona de carácter fuerte y pensamiento robusto puede ser un jefe friendly; aunque no tan divertida si le tocan mucho sus principios. Y eso, claro, molesta. Gusta más lo happy materializado en la liquidez en los principios, la imprecisión en sus límites, la relatividad en las obligaciones y la indefinición en los compromisos.
Pero, si eso es así, el carácter, el compromiso y la firmeza, ¿son ya piezas de museo?