Por: Alejandro Martín – Socio-Director de TDSystem
Exigimos sinceridad, pero nos ofendemos si la recibimos; entonces ¿Qué preferimos?. ¿Ser ofendidos sinceramente o mentidos con educación?. Anónimo.
– ¿Te parece bien mi propuesta Smithers?
– Sí. Sr. Burns
– ¿De verdad que te parece bien?
– Si, de verdad de verdad que me parece bien Sr. Burns.
– Pero, ¿realmente de verdad de verdad?
En este estado se encontraba la conversación entre el Sr. Burns y su leal Smithers que había comenzado con la propuesta siguiente:
– He pensado, dice el Sr. Burns, que el tema de los residuos de la central lo podríamos resolver enterrándolos en el patio del colegio de Springfield ¿Qué te parece?
A Smithers le apetece responder “siiiii” para que el Sr. Burns le considere proactivo y colaborador. (Ya sabemos lo voluntarioso y lisonjero que es). Pero ante tamaña propuesta descabellada, un pequeño arrebato de orgullo le invita a decir:
– No, Sr, Burns. No, su propuesta es sencillamente un disparate
Pero no se atreve. No va con su personalidad. Además, es sabedor de que la estadística juega en su contra. Lo más frecuente es que no agrade demasiado su respuesta al Sr. Burns.
Smithers se encuentra ante una disyuntiva, no le parece oportuna la propuesta de su jefe, pero tampoco quiere disgustarlo; y acaba respondiendo:
– Me parece interesante, innovadora y tal vez un poco transgresora su propuesta Sr. Burns
Todo ello con el ánimo de que el Sr. Burns se de cuenta de sus reservas ante tal disparate, pero aquí también la estadística también juega en contra de Smithers. Ahora su jefe no solo está convencido de su gran capacidad de iniciativa, sino que cree que las propuestas que hace son interesantes, innovadoras e incluso rompedoras.
¿Qué puede Smithers hacer en este caso?. Veamos, objetivamente debería decirle:
– “No”, la propuesta que hace para resolver el problema dista mucho de ser siquiera oportuna.
Pero la relación (personal y jerárquica) le impulsa a responder:
– “Sí”, me alegro de que haga propuestas tan ingeniosas.
Así que ante este dilema, ¿cómo podría salir de este apuro?
Una posible solución podría pasar mezclar sinceridad y agradecimiento y decir:
– Jefe, su propuesta no la encuentro acertada, pero valoro mucho que la haga.
¿Qué tal?. ¿Recibirá el Sr. Burns con agrado tamaña observación? La estadística sigue apostando en contra de Smithers.
O tal vez prefiera esta otra:
– Valoro mucho que haya hecho esta propuesta, pero tal vez deberíamos considerar los efectos que tendrá.
Probablemente ante situaciones en las que no hay una respuesta buena, hemos de optar por la menos inoportuna.
¿Qué respuesta daría tú en este caso? o ¿Cuál prefieres que te dieran a ti en esa situación?
“El ser humano comienza a ser libre cuando es capaz de decir que no”