¿Padece tu compañero el efecto Florida?

Por: Alejandro Martín. Socio Director de TDSystem

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“Llena la cabeza de sueños y tus manos de acción”. Proverbio.

Los que más le conocen, dicen que en cuanto alguien menciona palabras como fumar, café o fin de semana, sucumbe al efecto Florida. Todo en él se vuelve vacacional.Bajo a la cafetería y allí me lo encuentro. Hay que reconocer que destila experiencia en alargar conversaciones, cafés y cigarrillos.

Le saludo levantando la taza de café. No quiero interrumpirle, pero él me responde a mi saludo diciendo:

– “Llena tu cabeza de sueños y tus días de diversión”. Hay que disfrutar en esta vida, pensar en las vacaciones. Lo leí el otro día en una entrevista que le hacían a un premio nobel. Y esa gente sí que sabe…

No sé qué responder. La frase me suena, pero creo que la ha hecho un apaño y algún añadido a modo de conclusión. Debe ser una de esas frases que no sabes si están destinadas a levantarte el ánimo o sumergirte en una burbuja de evanescencia.

–  Hay que disfrutar en el trabajo -añade.

Esta apostilla me deja un poco pensativo, aunque respondo con cierto automatismo:

–  Y tanto. Debemos aprovechar y sacar el máximo partido a cada momento.

No sé si la suya ha sido una expresión literaria o debo tomármela de forma literal. Si observo su señorío dando conversación a distro y siniestro, creo que la interpretación literal es la que más procede. Lo de disfrutar en el lugar de trabajo, bueno, del lugar de descanso en el trabajo, lo cumple con creces.

–  Aquí estoy, con los compañeros de contabilidad -me dice-. Siempre es bueno llevarse bien con los de los dineritos.

-Claro, claro -respondo-. Nunca se sabe cuándo les podemos necesitar para que nos amplíen alguna partida presupuestaria.

Si creo que su holganza tiene fines socializantes, la versión literaria es la que procede y, aunque en apariencia no trabaja, sí que lo está haciendo. Esta gente de finanzas tiene esa extraña tendencia a no a soltar la pasta cuando menos te lo esperas. Y ya sabes: no dinero, no poder.

Mientras apuro mi café, él continúa allí con su postureo hedónico. Debo reconocer su maestría en esos menesteres: lo mismo sonríe a uno que palmea la espalda de otro.

-Bueno, ahí te dejo. No disfrutes solo del lugar de trabajo, intenta también hacerlo del trabajo -le digo, no sin cierta malicia, mientras pago mi café.

– ¿No es lo mismo? -me pregunta con una sonrisa autocomplaciente.

-Sí, claro -respondo mientras me alejo hacia mi mesa.

Una vez allí, vuelvo a sumergirme en las diferentes propuestas que tengo pendientes. Llevaba así media hora cuando mi hedónico compañero, de retorno a su mesa de trabajo, me dice:

– ¡Qué! ¿Levantando el País?

No sé qué responder. Pero sí me pregunto si lo mío es responsabilidad luterana, falta de capacidad de disfrute o tontería acumulada.

 

 

 

 

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