¿Padece tu jefe el síndrome de la capitanitis?

Por: Alejandro Martín – Socio-Director de TDSystem

Liderar es conseguir que alguien haga lo que tú quieres que haga porque que él quiere hacerlo. D. Eisenhower

– ¿Comprobamos si el agua rodea totalmente el reactor de la central? –pregunta Lenny-
– No, creo que podemos ahorrárnoslo –señala Homer-. Seguro que está bien.
– ¿Estás seguro jefe? –Añade Carl-
– ¡Por supuesto! –afirma rotundo Homer- ¿Por qué crees que me nombraron jefe?.

En el cuadro de mando la aguja está en la parte roja donde señala que el agua que rodea al reactor está muy baja.

– Ya, de acuerdo –balbucea Lenny-. Pero esto no está bien, ¿no?. No, no está bien. Apenas hay agua.
– Sí hay. ¡Qué te lo digo yo Lenny! –grita Homer-. Venga, no seas pelmazo
– Ah, a lo mejor sí –se atreve a decir Carl-, pero me da mala espina (se oye como el reactor de la central empieza a rugir)

Estaban en estas, cuando Homer vocea:

– ¡Lenny!, corre que esto va a estallar

– ¡Oh!. Ya te lo advertí anteriormente –protesta Lenny-. (se oye una explosión y parte del techo de la central se derrumba)

(Esto sucede mientras Homer, Lenny y Carl corren rápidamente alejándose de la catástrofe provocada por considerarse uno mismo –Homer- el mejor decisor del lugar, pero con el añadido de que los demás –Lenny y Carl- así también lo acepten y consideren).

Esta situación es un claro ejemplo de la manera en que los miembros de un equipo pueden llegar a diferir en el jefe su responsabilidad en el trabajo al considerarlo como la mayor autoridad en ese tema. Además, puede también sumarse –de hecho se suma- que en demasiadas ocasiones el jefe, sin ser suficientemente consciente de ello, influencia en sus colaboradores por motivos personales o de prestigio profesional.

La disposición de los colaboradores a renunciar a sus responsabilidades cuando el jefe habla es frecuente, y por supuesto peligrosa, en momentos críticos y en lugares en los que debe funcionar la inteligencia colectiva producto del intercambio de información entre jefes, colaboradores y colegas. Es aconsejable que siempre funcione la inteligencia colectiva, pero es imprescindible que lo haga en esos momentos críticos y situaciones complejas en las que se debe evitar que acabe funcionando sólo una inteligencia, la del jefe.

Todo lo anterior podría considerarse un desaprovechamiento de potencial del equipo, pero se torna especialmente delicado si el jefe, por sobredosis de ego, no coincide con el líder. En ese caso, lo que podía ser un simple desaprovechamiento del potencial del equipo se torna en un error irreparable. Pero la catástrofe está garantizada si al ego de jefe se le añade su estulticia.

En situaciones como la anterior conviene vigilar el uso que hacemos de nuestra capacidad de influenciar en los demás, en el señoreo de nuestro ego y, en ocasiones, nuestra inconveniente estulticia. Toco ello puede acabar derivando en procesos de toma de decisión deficiente, decisiones cuestionables y, no en pocas situaciones, errores evitables.

¿Padece tu jefe el síndrome de la capitanitis? ¿y tú el del “sí señor”?

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