Por: Alejandro Martín. Socio Director de TDSystem
Cuando el pasado no es exactamente lo que pasó. Cruz. M.
Estaba allí, serio, cabizbajo y cejijunto. Es última hora de la tarde. Todo está preparado para su despedida. Se jubila.
-Este es un mal momento para que me vaya -comenta el jefe.
-Sí, claro. Su marcha nos coge en mal momento -me atrevo a apuntar sin demasiada convicción.
-Esto ya no es como antes. Ahora todo viene de la Central. Somos meros números.
-Si, tal vez estemos un poco relegados. Pero, ¿cree que tanto? -observo.
-No hace falta más que te fijes en el nuevo sistema. Ahora nos piden que metamos en él, hasta los estornudos. Por cierto, es un verdaderísimo desastre. ¡Ya te digo yo!
Sé por qué está así. Él es bastante conmemorativista y le habría gustado un buen protocolo de despedida. Pero allí estábamos con un café y unas galletitas. Algo insignificante, supongo.
– ¿Tan malo es el nuevo sistema? -pregunto intentando desviar el foco de atención.
– Malo no, lo siguiente. Pero, claro, es el de la Central. Y ya sabes que ínfulas tiene esa gente. Como te decía, lento y malo.
Cuando nos absorbió la multinacional, le prometieron que continuaría en la empresa hasta que él quisiera. Él, afirma, que en su momento fue un jefe con mayúsculas: decidía, despedía y cerraba asuntos. Los más antiguos comentan que, cuando lo cuenta, lo adorna con bastante literatura fantástica.
-Ahora, ¡ya ves ya!, a casa -comenta entre melancólico e indignado.
Sé que reivindica su “paraíso perdido” en el que él “partía el bacalao” a diestro y siniestro. Sobre esto, los de su época creen que tenía poco de paraíso y mucho de perdido. Atribuyen a lo errático de sus decisiones la causa de esa perdición.
– ¡Es que ya no valoran la experiencia! -sentencia mientras revisa su pasado como un turista que recrea el paisaje para llevarse una postal añorante y trucada de ese viaje.
Me gustaría decirle que su pasado, no es exactamente lo que pasó, que celebrar una despedida me parece melancólico y que sus “batallitas de gran Jefe” más parecen una tematización de ensoñaciones que algo que nos proyecte hacia el futuro.
-Si no me obligarán a jubilarme, no lo haría. Ahora es cuando más falta hago -dice con un poquito de rabia.
He de deciros que su estilo de dirección es un poco “vintage”. Se sabe todas las “pirulas” para que las cosas funcionen de “aquella manera”. O sea, parches de “vuelo gallináceo”. Pero, ¿cómo le digo que si él continua nos condenamos a una reiteración inacabable de batallitas pasadas que tal vez no sucedieron y que en nada nos proyectan al futuro? Y lo que es peor ¿cómo le digo que su jubilación es una buena noticia para los que nos quedamos?
– ¡Venga! Un brindis por el jefe, que lo echaremos mucho de menos.