Por: Alejandro Martín. Socio Director de TDSystem
“No es verdaderamente valiente aquel que teme ya parecer, ya ser, cobarde.” Allan Poe, E.
Todos sabemos que el email y el wasap son dos grandes inventos tecnológicos de nuestro tiempo. Pero también hemos podido comprobar que algunos de sus usos no son eficientes y otros no edificantes.
¿Por qué te digo esto? Porque me imagino que alguna vez te han enviado algo por email cuyo tratamiento debería haber sido presencial o, y esto es el colmo, te han anulado o dado una mala noticia por wasap cuando, como mínimo, deberían haberlo hecho en persona.
Pero no estoy sugiriendo que el ámbito de las tecnologías genere cobardicas. Simplemente da más posibilidades a aquellos que quieren “escurrir el bulto”.
¿Te has parado a pensar cómo actúa un cobarde?, ¿cuál es su estrategia?
Elige a un personaje de tu entorno y, si te va bien, te propongo diez características para que lo analices. Puntúalas del 1 (poco) al 10 (mucho) cada una de ellas y podrás comprobar si esa persona es uno de esos personajillos.
Ahí van:
- ¿Su lengua es bífida? Eso se da si tiene un discurso plagado de falacias que, por cierto, suelen estar bien elaboradas, pero no por ello dejan de ser mentiras.
- ¿Es sorpresivo? Se ausenta o “pone de perfil” cuando lo necesitas. No hace falta que el tema sea de “vida o muerte”, simplemente que tenga cierta relevancia.
- ¿Explota el papel de víctima? Es un lobo disfrazado de cordero a la espera de una buena ocasión para darte la “dentellada”.
- ¿Rompe sus compromisos? Lo hace de forma indirecta dando excusas y evitando dar la cara. Suele utilizar intermediarios o bien se ayuda de la tecnología que le permite ocultarse.
- ¿Culpabiliza a los demás? No asumen su responsabilidad en la situación que han contribuido a crear. Los culpables son los demás. Y, si no, el sistema.
- ¿Camufla sus verdaderos intereses? Tienen una palabrería ambigua o trivial que les permiten granjear simpatías y les evite llegar a compromisos concretos.
- Es manipulador. Adula a aquel del que quiere sacar algo. Le hace sentir confiado a la espera de mejor ocasión.
- ¿Tiene intermediarios? Son los que ejecutan el trabajo sucio y así él queda exonerado.
- ¿Se presenta como honesto? Pero cuando hay una situación de “peso”, su honestidad desaparece.
- Maneja la palabra. Demuestra habilidad de tal manera que él «nunca ha dicho nada» y es una víctima inocente.
En síntesis, si evita dar la cara, desaparece cuando se le necesita, no responde con un sí o un no cuando procede y echa la culpa a los demás de lo que sucede, el asunto pinta mal.
No obstante, si en la investigación que has realizado esa persona que está por encima del 70, ya sabes, vigila. Si está entre el 50 y 70, apuntan maneras.