Por: Alejandro Martín. Socio Director de TDSystem
Todos caminamos hacia el anonimato, solo que los mediocres llegan un poco antes. Borges, JL.
Es ese momento en el que uno llega al trabajo y solo aspira a recoger su cafetito y ponerse a trabajar, aunque hay días que hasta esto tan simple, se complica. Hoy no tenía ganas de “pegar la hebra”, pero aquí estoy junto a la máquina, escuchando al vociferante nuevo ascendido.
-¡Qué te lo digo yo! ¡Que lo sé de muy buena tinta!
-Pues no me lo creo -le responde el más broncas de los concurrentes.
¿Qué ha pasado hoy? Nada importante. Te pongo en situación: tenemos un compañero al que le acaban de ascender a jefe de equipo y parece que ya está entrenando la voz para el nuevo cargo.
-Pues es cierto porque lo ha dicho la tele -insiste.
A mí, a estas horas y así, de golpe, apelar a “lo ha dicho la tele” me parece insuficiente para creer algo. Pero como no proceso bien a estas horas, pregunto a un compañero:
– ¿De qué está tan seguro éste?
-Dice que ha oído en la tele que los mandos más enérgicos obtienen mejores resultados?
No es que de entrada esté en contra de tal afirmación, pero si la energía es pensar que la razón es directamente proporcional a lo pendenciero que te pones para defenderla, debo decir que me entran algunas dudas. Por ello, respondo:
– Yo no me atrevería a defender esa información con tanta vehemencia.
-Pues has tenido suerte al llegar un poco tarde. Lo menos malo no es que “lo haya dicho la tele”; sino “quién lo ha dicho en la tele”.
– ¿Qué quieres decir?
-Sí, que, si lo de la tele ya es cuestionable, lo de quién lo ha dicho es para nota.
-¿..?
-Resulta que la fuente de autoridad es un tertuliano tabernario de los habituales. Que, como bien sabes, es todo menos un alarde de seriedad y profundidad -me explica.
Puedo decir que, a mí, el recién ascendido, siempre me había parecido muy discreto, pero hoy está envalentonado.
-Porque a la gente se lo has de dejar “clarito” desde el principio. Así no hay malos entendidos -concluye.
He de reconocer que las personas que tienen un estar discreto siempre me han desconcertado algo. No por su comportamiento, como puedes suponer, sino por no saber si “son discretos” pudiendo alardear de sus virtudes o simplemente “parecen discretas” por falta de mérito para ser lo contrario. Me imagino que te preguntarás porqué me complico con esta digresión, pero claro, yo a este compañero lo tenía como una persona ajena a alardes innecesarios, pero, después de esta intervención, tal vez su estar discreto no sea un estado virtuoso, sino, simplemente, el reflejo de una tremenda mediocridad. Todavía no estoy seguro de ello, probablemente por mi mediocridad; pero como él siga por ese camino, respecto a él lo estaré en poco tiempo.