Un trío extraño: Clara, la sinceridad y el jefe

Por: Alejandro Martín – Socio-Director de TDSystem

Clara

Ser sincera no es decir todo lo que se piensa, sino no decir lo contrario de lo que se piensa. A. Maurois

Me ha costado más de un disgusto. No sé por qué me pasa esto. No me considero una persona desagradable. Ni soy de esas que van por ahí pontificando con el consabido “Yo siempre digo que….” y el bla, bla, bla que sigue. Eso sí, me gustan las cosas claras. Sin tapujos.

-Vamos Clara, -le dice una compañera- qué empieza la reunión y no llegamos.

-Vaya lata, una semanita más aguantando el discursito de marras del Director.

Llevaban bastantes minutos sentadas cuando llega el Director y suelta aquello de: “disculpad la tardanza, pero es que tenía un tema muy importante y…”

-Educado, lo que se dice educado, lo es –comenta Clara en voz baja-. Oportuno al utilizar lo de importante creo que no tanto.

-Venga, –replica su compañera-. Ya sabes que siempre va muy liado.

Le dan ganas de decir algo. Por aquello de su pronto sincero, pero la mete en líos. Cree que es mejor dejarlo estar y sonreír aunque ponga cara de Mona Lisa.

La sonrisa condescendiente y embaucadora del Director preside la reunión. Felicita y alaba lo suficiente para seguidamente pasar a recitar todo un corolario de “cosas a mejorar”. Le gusta esa expresión. A Clara también al principio. Por aquello de su alejamiento de términos como errores, fallos o pifiadas.  Sí, pero  últimamente la estaba cogiendo manía. Las “cosas a mejorar” siempre afectaban a los demás.

-Yo –acostumbraba a decir el Director- también estoy en una “evolución permanente y en un proceso de aprendizaje continuo”.

Le hubiese gustado ser la autora de tal frasecita, pero se le ha ocurrido primero al jefe. Tal vez inspirado por las reminiscencias discursivas de sus años jóvenes rebeldes. Vamos, de esos en los que una parte del tiempo era para la transgresión y otra para disfrutar del buen cocinar y mejor planchar de mamá. La pregunta del Director le sacó de su ensimismamiento:

 – Clara, tú que eres la que más veterana, ¿Qué crees que podríamos mejorar?

Una interminable serie de propuestas pugnan por salir por su boca. Cree que si quitaran de aquí, pusieran allí y se cambiaran aquello otro, los resultados mejorarían mucho. Parece un torrente de sinceridad desbordada.

-Gracias Clara –responde el jefe-, pero ya sabes que eso no se puede porque….. y aquello otro deberá esperar ya que……., sin olvidar que ……

La reunión continúa entre dulzona y soporífera y Clara se sumerge en un letargo hasta su final. De vuelta a su mesa de trabajo Clara comenta:

-A mí no me pillan haciendo propuestas que no son ni oportunas ni estratégicas

-Vamos, tampoco es eso –le responde su compañera.

-¡Ah no!, Según tú. ¿Qué crees que se debería hacer cuando te piden sinceridad?.

-Bueno, yo…, tal vez…..

-Tal vez sea este simulacro lo que busca el jefe. No lo tengo claro –añade Clara-.  Y tú ¿qué piensas de ello?. Sé sincera conmigo por favor.

-Es que depende, todo es tan relativo y claro, tampoco hay que ser extremista.

 

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