¿Y si éste fuese tu dilema?

Por: Alejandro Martín – Socio-Director de TDSystem 

selma_patyLos años son como los cuñados, alguno sale rarito? 

Estaba sentado en su taburete preferido, justo en medio de la barra. Ésta, era una noche importante porque tenía que tomar una decisión sobre qué postura adoptar en la cena. Sus cuñadas venían a cenar y ello implicaba un dilema: asumía sus comentarios o les plantaba cara.

Ofuscado estaba Homer frente a su cerveza cuando Moe le pregunta:

-¿En qué piensas Homer?

-Bueno, más que pensar, creo que estoy confundido.

-¿Confundido tú? Cuéntame.

-Sí, mira, te cuento: estas fiestas vienen Patty y Selma a cenar a casa.

-¿Ambas?

-Sí, y no las soporto. Son esas típicas cuñadas que siempre van de cuñadas.

-¿Por qué?

Homer echa mano de su jarra de cerveza, da un sorbo para reponer fuerzas y comienza a contar:

– Los comienzos acostumbran a ser sutiles. Ya sabes, observaciones tipo: “Homer, desde el cariño, parece que cada día estás más barrigudillo”, “Homer, otros maridos ayudan a…..”, “otros padres hacen de….…..”

Homer le explica que no soporta que finjan ser sus amigas, tampoco soporta sus comentarios aparentemente inofensivos, pero que suben de tono a partir de la segunda copa de vino, sobre todo cuando el comentario más suave acostumbra a ser del tipo: «no eres lo bastante bueno para Marge» y que acostumbran a finalizar con el «tú haces que no pueda ser ella misma». Homer acaba su cerveza y se va cavilante para su casa.

Han pasado esas fiestas y Homer visita de nuevo la taberna de Moe. Por cambiar un poco de aires más que nada.

-¡Qué! ¿Qué tal han ido esas fiestas?

-Te lo puedes imaginar: de cuñadísimas. Por favor, ponme una cerveza. Que sea doble.

Aquí Moe se pone en plan amigo y le comienza a sugerir que comience el nuevo año con buenos propósitos, que además de desintoxicarse de los excesos gastronómicos, que seguro que los ha cometido, también debe aliviar su espíritu un poquito envenenado de aguantar a cuñadas como las que le han tocado en suerte.

-¿Pero no sé lo que debo hacer, Moe? ¿Qué me sugieres?

-Bueno, existen varios caminos, pero ahora me vienen a la mente dos posibles.

-¿Cuáles?

Moe, un poco solemne, comienza a contar: El primero pasaría por realizar actividades que refuercen tu autoestima. Vamos, reducir la cerveza, hacer ejercicio, etc. Es decir, aunque me duela en mi negocio, cambiar la taberna por el gimnasio.

-Hombre, eso pinta bien, pero parece aburridísimo y allí mi figura desentonaría. ¿Has visto que musculitos hay en esos sitios? ¿Conoces algo más sencillito?

Un poco contrariado Moe por ese rechazo frontal a su primera propuesta, continúa: El segundo, implicaría “pasar” de los comentarios de tus cuñadas, desconectar de ellas y disfrutar de la fiesta, aunque no hay garantía de que tu barriguita disminuya y tu mente se aclare.

-Vale, creo que este último me va mejor. Moe, ponme otra cervecita. ¡Por cierto! Que sea doble.

Moe le acerca la cerveza y le dice:

-Aquí te sirvo tus enfados, tus ofuscaciones, tu baja autoestima y tu ego maltratado. Y sigue: si deseas lo contrario tendrás que apuntarte al gimnasio de la vida. Allí hace frio y la cerveza no es doble, pero el agua es fresca y el horizonte te lo sirves tú.

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1 comentario sobre «¿Y si éste fuese tu dilema?»

  1. Es un historia muy muy real… Entonada en grado de humor al principio pero auténtica.

    Sino haces por resolver aquello que te molesta, o agrede o te genera algún tipo de problema, es que formas parte de esa molestia, agresión o problema.

    Cada uno de nosotros tenemos la barita que nos permite variar nuestro rumbo o como mínimo la percepción de lo que recibimos, pero para ello debemos zalir de nuestra zona de confort y gestionar por nosotros mismos.

    Gracias por hacerme pensar!
    🙂

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